- Digo que el inocente no sabe que lo es. ¿Dónde queda la intención de verdad, la parte racional que guía (o debe) por entre las palabras, las imágenes, las voces?
Culpa, culpa, culpa…
Un hogar húmedo, sin miseria, con el puro convencimiento de dolor o esperanza, de sacrificio, remordimientos.
La ventana cerrada al ruido de fuera. ¿Por qué el rito no vuelve? ¿Qué aglutina, reúne en posición de hermandad al hombre?
Soy el nuevo cordero. El cuerpo de dolor que consuela y alimenta.
Y sin discurso.