- Digo que el inocente no sabe que lo es. ¿Dónde queda la intención de verdad, la parte racional que guía (o debe) por entre las palabras, las imágenes, las voces?
Culpa, culpa, culpa…
Un hogar húmedo, sin miseria, con el puro convencimiento de dolor o esperanza, de sacrificio, remordimientos.
La ventana cerrada al ruido de fuera. ¿Por qué el rito no vuelve? ¿Qué aglutina, reúne en posición de hermandad al hombre?
Soy el nuevo cordero. El cuerpo de dolor que consuela y alimenta.
Y sin discurso.
3 comentarios:
Te juro que hago verdaderos esfuerzos por no citar el caso Maddie en mis conversaciones. Es como si hubiese hecho un voto de silencio para ayudarme a mantener la cordura ante tanta sospecha, no sé aún si fundada o infundada. Parece que me hubiera propuesto salvaguardar mi poca racionalidad de la vorágina del murmullo y las opiniones que vienen y van. Ahora mismo soy una balanza con el fiel en equilibrio: juicio suspendido hasta nueva orden, a la espera de una prueba incontestable que tal vez no llegue nunca.
Lo peor de este caso es que no podemos elaborar una crítica radical sobre el papel de los medios de comunicación al menos hasta que acabe la investigación. Yo, por ahora, veo un linchamiento, una forma inmoral de acercarse al tema, a unos padres que han utilizado a los media para encontrar a su hija y ahora todo el arsenal se les vuelve en contra. Un asunto muy feo. Por cierto, a ver si te tenemos pronto de vuelta en Naranja Amarga. Conozco gente muy fan de tu blog (yo me incluyo, por supuesto).
y cuando acabe la investigación esto se merecerá otra investigación, pero en este caso académica, sobre lo que ha representado este suceso como fenómeno comunicativo "global" y como caso paradigmático de creación de marca.
triste, pero así es. y aunque suene a cínico esto ha venido a ser para los medios de comunicación actuales como lo que fue el crimen de fuencarral, en su día, para el nacimiento de la prensa de amarillista en españa.
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