1) Tanta ceremonia del té y tanto haiku y llega un inglés con pasaporte español (mezcla explosiva) y se despelota. Claro, un país dado a las buenas costumbres como es Japón no está acostumbrado a una actividad ajena a todo ceremonial. Por eso, la acción de la policía parecía vacilante, como temerosa e inquieta ante semejante espectáculo. Un hombre grueso, feliz, dando rienda suelta a sus instintos, chapoteando relajadamente y, de vez en cuando (tampoco era cuestión de cansarse) realizando unos largos que ni el mismísimo Phelps. Las imágenes muestran a los agentes del orden rodeando al sujeto como si se tratase de un alien, con cuidado de no desatar su furia. Sale armado con una piedra y todos reculan asustados. La parodia ha llegado a Japón. O, más bien, Japón ha topado de bruces con ella. Seguramente han sido muchos los que han hecho locuras en suelo imperial, pero nunca hasta hoy se había mostrado este “choque de culturas”.
2) Atención a la historia que me cuenta J. Un tipo que conoce se encontró con un pájaro al que se le había clavado una pluma en la garganta mientras preparaba su nido. Según este individuo, no hizo nada por aliviar al ave de su aflicción ya que para ello “necesitaba que el pájaro se lo pidiera”. ¿Cómo iba el pájaro a pedirle a un hombre algo semejante? Ni idea (yo creo que aquel lumbreras tampoco lo sabía). Supongo que el narrador buscaba un impacto metafísico, basado en la idea de que los humanos no debemos intervenir con prepotencia en la naturaleza. Gran error. Como parte de la misma, el hombre, quiera o no, participa y sus decisiones racionales la afectan de igual modo. Por lo tanto, no quitarle la pluma rebelde al pájaro nos convierte en otra especie, no en hombres y mujeres sensibles. Justamente, en lo contrario. Pero lo que más me irrita de esta historia es la permanente insistencia que tenemos los hombres por tratar de encontrar en la naturaleza los mismos códigos que nos gobiernan: la personalización del animal. De ahí películas como el Rey León, Bambi o el infumable Babe. ¡Los animales no hablan, leches!, y si le quitas a un tigre el cepo de la garra seguramente te atacará con ella. ¿Y? Y punto.
martes, octubre 07, 2008
Dos Dimensiones
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