Es una frase que se ha pronunciado muchas veces -forzando, a
menudo, su significado y epatando al personal-. Se la atribuyen a Darwin, el de
los monos: “Las especies que
sobreviven no son las más fuertes, ni las más rápidas, ni las más inteligentes;
sino aquellas que se adaptan mejor al cambio”. La cita, lejos de oscurecer las
perspectivas de análisis de los fenómenos biológicos (o políticos), inspira
tranquilidad y optimismo.
Y es que en esta época de
revoluciones semanales, de ideologías criminales redivivas y de retorno a la
política sacrificial, merece la pena admirar la pericia de quien es capaz de colarse
entre los poderosos. No es otra cosa, en definitiva, que el triunfo del pícaro
en territorios dominados por la hipocresía y la falsa moral. Hay mucha belleza
en ello. Resulta cautivador contemplar los movimientos del animalillo, del
cachorro bravo, por ejemplo, exigiendo su lugar en los juegos de la manada. Los
grandes y fuertes, los del discurso inquisitorial, avanzan, casi siempre, con
pasos torpes, dejando huecos por donde se cuelan los supervivientes.
De ahí que, la trayectoria pública de
Pedro Sánchez sea tan atractiva para el espectador desapasionado. Piensen en su
origen: en un principio, fue la pieza, supuestamente provisional, que Susana
Díaz colocó en el tablero para defenderse de Madina en aquella pugna por la
secretaría general del PSOE. Luego, cuando la dirigente andaluza reivindicó su
derecho dinástico, vino su conversión en el ‘outsider’ que enarbolaba las
esencias del socialismo militante contra el IBEX.
Desde
entonces, bien apuntalado el mando, lo hemos visto subir y bajar por los
principios, utilizándolos y desechándolos a su antojo, con una tremenda habilidad
para que semejante vacío ideológico, si se notaba, no tuviera impacto en la
opinión pública. Que haya logrado esto hoy, en los tiempos de las sectas y el
dogma, es algo, sencillamente, espectacular. Sus más recientes cambios, de la
“crisis de convivencia” a la “crisis política” en Cataluña; del insomnio
inevitable si Podemos pisaba moqueta al “acuerdo progresista” con Iglesias, son
más bellos que cualquier manifestación o compromiso. Es la política, en vivo,
para todos ustedes, ciudadanos.
* Columna publicada el 27 de Diciembre de 2019 en El Diario Montañés
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