- La confusión aparece de improviso. Consiste en pretender individualizar el desengaño, en personalizar la frustración. La incapacidad de desarrollar un proyecto útil. Pronto se aprende a citar a Kafka, se desarrolla un gusto por la rebeldía, por los iconos malditos de nuestra sociedad. Cantantes, poetas, actores en aparente sintonía con nuestros deseos más ocultos. La posmodernidad en marcha. La búsqueda de un trabajo, la canción triste des asalariado, de muchas horas en la soledad económica. Somos muchos y muy solos. Caemos en la depresión, perdemos la pelea antes de combatir. Ha sido esto fruto de nuestra huida?, continuamos la huida de otros? La competencia, negar la unión que nos fortalece, ha hecho de nosotros cómodos secuaces de la gran broma, del obstáculo premeditado en el que tropezamos. Han dibujado en nuestros rostros la sonrisa cínica del joven autosuficiente, ese del “Yo lo sé todo”, sin la convicción necesaria, sin el aprendizaje que nos deben.
Pero quedamos muchos, somos muchos los lectores de poesía, religiosos, comunistas, actores, artistas, locos… que hemos dicho que ya basta. Vamos a salir a la calle, vamos a unirnos porque solos somos incapaces. Dejaremos a un lado las chapas “mods”, el disco de Green Day, las películas de Erich Romer. Aquí acaba todo. Sabemos que el hombre frustrado encuentra a otros hombres para gritar más fuerte, para decir lo que se ha dicho siempre, para hacer lo que se ha hecho siempre. Se trata de una palabra: Ahora.
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