- Los que mantuvieron cierta actividad después de lo ocurrido, aquellos que no fueron más que venganza postrera, como cansina, sin interés, salvaron lo poco que pudieron de la casa en llamas. No hay verdad ni descanso en las manos jóvenes y sabían bien de lo que hablaban los viejos del lugar, los vecinos perspicaces de la zona. “No hay amor aquí tampoco” rugió Elsa.
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Bajo la noche estrellada, fuma un cigarrillo sin querer, sabiendo de la muerte que acecha y de su mala suerte. Hans conoce poco a María. Sin la seducción que ensayan, la tarde pasa muy lentamente. Ella marchó a otro continente, quizás no salió del pueblo. ¿Quién sabe si aún está en la casa? Vacían nuestra alcoba, amor, los días de tormenta.
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De tu mano a mi mano la distancia siempre. Como se pasa la vida, chica sensata. Las arrugas te respetan. Observo con orgullo nuestro hogar construido, el amor que nos hemos dado. Bien está lo que bien acaba. Nada de ti me es desconocido. Pero tus ojos muertos me hacen dudar. ¿Será que tú has visto, al fin, nuestra equivocación?
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