A falta de más cálida compañía y apaciguado por las horas nocturnas. Así debía ser. Sin más extremos que la palabra escrita, leída lentamente, críticamente. Es Mishima y es Lucrecio. Uno con sus paranoias tradicionales, con un regusto por la estética de morir: jóvenes samurais, bellamente derrotados, se abren el vientre con sus espadas tras un apropiado ritual. El romano, sin embargo, nos llama a analizar el mundo sin la capa religiosa. Los dos han muerto. Se trata, como siempre, como en todas las épocas pretéritas, de elegir entre el ideal y lo real; entre la vida como medio y como fin. No me conmueve la descripción del japonés. Lucrecio nos presenta la temática aguafiestas ya conocida: el materialismo. El alma es mortal. Adiós muy buenas. No por ser cierto debería consolarnos. No es su intención. Con eso está todo dicho.
Mientras leo, con la radio como fondo, apenas audibles los murmullos de tertulianos y “expertos”, que no son nadie comparado con los clásicos. ¿Se trata de idiotizar? Pues sí. Paso las páginas de Mishima. El joven Isao visita al teniente Hori, con la esperanza de que éste le dé la oportunidad de morir con honor, con una meta: el golpe de estado. Yo suelo entregarme mucho a lo que leo, pero a esto se le ven los pliegues: ¿es Mishima un fascista? Eso parece, pero creo que un análisis de ese tipo sería incompleto. Mishima quiere morir. ¿Hasta qué punto el ideal samurai del japonés es una excusa? No lo sé. Por supuesto su talento está presente en cada página, con ese ritmo y ese halo tenebroso que lo inspira tras lo evidente de la trama.
Hablan en la radio (levanto la cabeza de la página) de la composición del nuevo gobierno de Zapatero. Pienso en el tren, del que hablaba el otro día Juan Manuel de Prada elogiosamente, como su medio de transporte preferido. Agustín García Calvo comparte con él esa pasión. Los dos son de Zamora. ¿Coincidencia? Hay importantes cambios en el ejecutivo. La edición de “La naturaleza de las cosas” de Lucrecio corre a cargo de García Calvo. Su introducción nos explica de qué va el tema: un seguimiento de la filosofía epicúrea. Posiblemente, como ya he dicho antes, el hombre repita una y otra vez su dilema más importante: ¿Mito o Logos?, quizás vulgarmente reconvertido más tarde en ¿Cristianismo o Paganismo?
El pensamiento de García Calvo le lleva a imaginar un mundo sin automóviles. El tren mantiene el anonimato (esto lo digo yo, no él) y es más limpio y más humilde y se confunde bien con el paisaje, sin profanarlo.
Las dos de la mañana. Se acabó por esta noche. Dejo a Lucrecio en el suelo, sobre Mishima y apago la luz. La radio, no. Sigue sonando y oigo un programa de cine en el que se elogia a Heston, recientemente fallecido. Luego seguirán con los ministros, digo.
1 comentario:
¿Es Zapatero un fascista?
Jeje, justo me iba a pasar por aquí, para dejarte un comentario de "escribe de una vez, joder (blasfemo para enfatizar la orden)", y veo que has hecho los deberes antes de salir a emborracharte por ahí.
Es el primer gobierno de la historia en españa con tantas mujeres. Con tantas y además tan jóvenes. Lástima que no sean también hermosas, y sólo espero que no sean unas inútiles.
Supongo que nombrar ministro a alguien y tener en cuenta si es mujer o no, es también sexista, aunque el hecho beneficie a las mujeres.
En fin, soñaré con ministras de fomento, vivienda y defensa, preciosas y vírgenes, flotando entre velos, como los oráculos de 300. Buenas noches.
Rory Gilmore. Seguro que tú soñarás con ella.
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