viernes, abril 02, 2010
Recoger
- Parece que se esfuma cualquier esperanza de felicidad.
- Bueno, creo que, claramente, está exagerando.
- Créame, usted no conoce a esa mujer. Nos ha tenido a todos tanto tiempo en la palma de su mano…
- Lo quiere a usted, no le dé tantas vueltas a la cabeza, hombre. Además, se trata precisamente de esto. Ella está ahora en la casa porque lo quiere.
- No, lo importante es que ella está ahora en la casa. Está sola en la casa y yo estoy aquí, hablando con usted, ¿comprende?
- Vamos a ver. No se haga mala sangre. Por lo que me ha contado, él ha ido a recoger sus cosas. Ella lo está esperando. Le dará lo que le corresponde y ya sólo quedarán ella y usted. No es mal plan.
- Parece mentira, Pepe, parece mentira que usted no conozca la capacidad de las mujeres para convertir cualquier momento en una oportunidad para la traición.
- Pero, hombre…
- ¿Quién me dice a mí que ella no lo ha invitado a pasar o a tomar un café?
- No sería descabellado. Un gesto de buena educación.
- Del café a la cama no hay más que un detalle, una mirada, un recuerdo…
- Esto puede acabar con usted, no siga. Al final terminará por crearse toda una trama en la cabeza y eso lo destruirá. Déjelo estar. Disfrute de la confianza. También eso es posible. Tomarse una cerveza, como lo está haciendo ahora, hablando conmigo. Y ríase o hábleme de la crisis o de fútbol. Dios sabe que no puede estar así toda la vida, amigo. Cambiemos de tema. Acomódese en el taburete. Pondré el partido. Yo creo que está a punto de empezar…
- Tres años. Eso no desaparece por arte de magia. Siempre quedan rescoldos ¿No suele decirse eso? Yo soy el paria. Hablo con usted mientras ella puede estar acercándose a él. Es posible que piense: “Por los viejos tiempos”; o: “Uno de despedida”. Así funciona la cabeza de la gente. Y luego me dirá: “Recuperé sentimientos que creía muertos”.
- Mire, todo es posible ¿Puede que ella esté ahora tirándose al sujeto en cuestión? Es posible, claro que sí. Y es mejor así, no lo dude. Si tiene que ser, será. Todo está como debería estar. Siempre es así, al final.
- Muy Zen me parece a mí eso.
- No es Zen. Es la vida. En cualquier otro momento, usted podría ser ella, o incluso ese hombre.
- Desde luego. Pero yo ahora soy la víctima.
- ¿Pero qué victima? Usted es alguien que va a ver un partido conmigo ahora mismo y al que voy a invitar a un par de cervezas ¿Qué me dice? Puede sentirse afortunado.
- Buen intento, de verdad. Pero me tengo que ir.
- No vaya, hombre de Dios.
- Debo hacerlo.
- Mire, empieza el partido.
- Déjelo. Es inútil.
- Acépteme otra cerveza, al menos, antes de irse.
- Es tarde. Tengo que ir a casa.
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