:: PABLO SÁNCHEZ
SANTANDER. Cuando, siendo un adolescente, Albert Espinosa (Barcelona, 1973) enfermó de cáncer, los médicos le dieron pocas esperanzas de sobrevivir. Hoy, 26 años después, con la salud plenamente recobrada, se ha convertido en un artista polivalente, capaz de componer una obra, a la vez, profunda y optimista. Ningún medio escapa a la curiosidad de este catalán que acaba de entrar en la cuarentena y que comprende la vida como una celebración. Espinosa explora el cine, la televisión y la literatura con igual éxito. Esta tarde, a partir de las 19.00 horas, firmará ejemplares de su última novela, "Brújulas que buscan sonrisas perdidas" (Grijalbo), en la librería Estvdio de la calle Burgos.
-¿La sociedad de hoy necesita brújulas más que nunca?
-Yo creo que nos hacen falta muchas cosas en estos momentos. El libro va sobre esa necesidad de que existan brújulas que nos ayuden a encontrar sentimientos que no se expresaron o acontecimientos que no se produjeron. Todo lo que quizás no dimos y acabamos perdiendo. La primera línea del libro dice: «Para vivir hay que vivir, no deberíamos olvidarlo». Ésa es la sensación.
-Su obra apuesta, desde diferentes ángulos, por interpretar los problemas como una oportunidad de cambio.
-Sí, yo intento coger a los personajes en el peor momento de sus vidas y dejarlos en el mejor. Al final, con la ayuda de esos desconocidos, de esas perlas que forman parte de la cotidianidad, se acaban encontrando con un final positivo. Son libros de aventuras, de ternura, con la voluntad de encontrar un camino.
-Esta última novela se sitúa entre las más vendidas, recientemente ha ganado el Premio Ondas a la mejor ficción televisiva por la serie "Pulseras rojas"... No para.
-(Risas) Sí, se apunta a muchas cosas. Además, Spielberg va a hacer la versión estadounidense de la serie para la Fox, en Italia van a hacer la suya... Y el Ondas fue algo increíble. No lo esperábamos. Los libros se han traducido a 30 idiomas... Estoy muy feliz, la verdad. Yo siempre digo que cuando en la vida te pasa una cosa mala, te suceden tres buenas.
-¿Ha tenido oportunidad de hablar con Steven Spielberg?
-Sí, charlamos una vez por teléfono. Me comentó que le había encantado "Pulseras rojas". Que había reído y llorado, y que tenía ganas de llevarlo a los hogares americanos. Son cosas que te pasan una vez en la vida: tener la oportunidad de hablar con uno de los grandes. Es genial.
-Hace justo diez años, irrumpió en el cine con el guión de "Planta 4ª", con la que cambió la perspectiva sobre el cáncer infantil.
-Sí, se basa mucho en mi vida de pequeño, cuando perdí una pierna, un pulmón y parte del hígado por el cáncer. Luego intenté relacionarlo con lo que yo viví en el hospital. Fue lo primero que hice en cine y tuve la suerte de contar en la dirección con Antonio Mercero, que entendió la ternura del guión. Tratamos de trasladar al cine y a la televisión una historia con un punto realista, sin crear una ficción que se alejase de la realidad. Lo más bonito de esta película, o de "Pulseras rojas", es que han aumentado un 40% las visitas a los niños que están en los hospitales, porque la gente ya no los ve sólo como niños con cáncer.
-Usted enfermó a los 14 años. ¿Cómo afronta un adolescente ese diagnóstico terrible?
-Te cambia mucho, pero en positivo. En el hospital, aprendes que cualquier pérdida puede ser una ganancia. A partir de entonces, nos dimos cuenta de que lo triste no es morir, sino no vivir intensamente.
-Su próximo proyecto será la serie "Lucas", que aborda el tema de las enfermedades mentales. Parece que siempre busca argumentos extremos.
-Me gustan los temas de los que normalmente no se hacen series. Lo bonito de "Pulseras rojas" es cómo ha ayudado a tanta gente, padezca o no cáncer. Que se vea que es una enfermedad que existe. La sociedad no quiere a sus locos y los tiene un poco escondidos. Yo he tenido la suerte de conocer a mucha gente en esa situación, cuando estaba en el hospital, y siempre tuve la sensación de que no está bien reflejada en la ficción. Es una serie de aventuras muy potente, un cruce entre "El silencio de los corderos" y "Alguien voló sobre el nido del cuco".
-De hecho, va a ingresar en un sanatorio mental.
-Sí, con el actor protagonista. Lo haremos en Galicia. Tengo la sensación de que habremos aprendido mucho y puede ser un plus muy interesante.
-Además de escritor y cineasta, estudió ingeniería. ¿Qué le queda por hacer a Albert Espinosa?
-Muchas cosas. Con "Lucas" volveré a la dirección. De aquí a tres meses, iré a Los Ángeles a ver el rodaje del capítulo piloto de "Pulseras rojas". Ya sólo por eso, merece la pena.
* Entrevista publicada en El Diario Montañés, el lunes, 25 de noviembre de 2013.
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