No hay unanimidad en el
placer, pero eso no se dice. Es un secreto, algo que permanece oculto en el
espíritu humano entre la cotidianidad del rebaño y el tanatorio. De cara a la
galería, sin embargo, el poder se entretiene con el espejismo de la
responsabilidad, echando mano de la ciencia y sus conclusiones; en definitiva, de
la culpa. El placer es íntimo y diverso, apenas un ejercicio de autonomía en la
era del escaparate virtual. Hablamos de la gestión del veneno, que no es fácil,
eso nadie lo discute. Saber ajustar la dosis, que diría Escohotado, ¡qué gran desafío!
Cada uno se envenena con lo
que tiene más cerca; a veces, no se trata de una opción, sino de la vida que
moldea las obsesiones hasta confundirlas con la personalidad. Esto no tiene que
ser algo necesariamente malo. A Luis Cernuda, por ejemplo, pensar en España
desde el exilio mexicano envenenaba sus sueños. El placer del recuerdo y la
mortificación de la pérdida. Resulta difícil escapar de esa lógica a la vez reconfortante
y autodestructiva que, no obstante, uno no puede arrancarse sin más. Quizás, ni
siquiera lo desea.
La administración del
peligro pertenece al ámbito de la libertad, esa palabra escurridiza que ya
nadie pronuncia. La efervescencia de “lo público” y la exigencia de un mando
que delimite las fronteras del mal invaden el presente, reduciendo la elección
a simple inconsciencia. La Organización Mundial de la Salud ha emitido su
encíclica sobre la carne procesada y ya se alzan las voces comprometidas que
reclaman acción al brazo secular. ¿Cómo es posible, se preguntan, que un vecino
cualquiera pueda acercarse al supermercado para comprar jamón ibérico? ¿Quién
va a proteger al personal de sí mismo? ¿A qué espera el Gobierno? Ay, Mariano,
lo que te faltaba...
El pecado, nos dicen, es
siempre individual; la flaqueza del sujeto, que -incapaz de imponerse sobre los
dictados de la pasión-, va siempre demasiado lejos para saciar sus apetitos. Al
veneno que afecta a muchos no lo llaman pecado, ni siquiera error. La intoxicación
colectiva tiene otro nombre mucho más vulgar: política.
* Columna publicada el 5 de noviembre de 2015 en El Diario Montañés.
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