El
evento se apagaba y uno del público aprovechó para preguntar sobre el nombre de
Dios. “¿Cómo puede el poeta referirse a la divinidad si esta, según la
tradición judía, no debe ser nombrada?”. Marcos-Ricardo Barnatán, que
presentaba en la santanderina librería Gil las nuevas ediciones de sus
poemarios ‘El libro de David Jerusalem y otros poemas’ y ‘Arcana Mayor’ -ambos
publicados por Ars Poetica- zanjó la cuestión con una respuesta audaz: la
poesía tiene siempre la obligación de encontrar los nombres adecuados para
todas las cosas, a pesar de la imposición dogmática. En todo caso, añadió, lo
prohibido en el judaísmo es el nombre propio de Dios, no las alusiones
aproximativas en oraciones y comentarios.
Fue
aquello una suerte de poética bajo demanda. El autor establecía así las
coordenadas de su obra. El poeta y el profeta utilizan idénticos mimbres aunque
sus objetivos difieran. El profeta recuerda al pueblo la verdad olvidada de los
orígenes (del Bereshit a la Justicia); el poeta, en cambio, se acerca a la
Palabra y se aleja de ella, bregándose con los símbolos y descargando todo el
peso de su significado. La literatura de Marcos-Ricardo Barnatán no rechaza las
escrituras ni la tradición, pero reivindica su plena libertad creadora. Lo
explica bien en la nota que cierra ‘Arcana Mayor’: las citas bíblicas y
cabalísticas “son la sustentación natural del pensamiento, nunca una vana
apoyatura estética”.
La
responsabilidad se hace presente. En un caso, se trata de construir el libro de
David Jerusalem, poeta arquetípico creado por Borges para su cuento ‘Deutsches
Requiem’. En esta obra incluida en ‘El Aleph’, Borges narra el encuentro de
Jerusalem y su torturador nazi, centrándose en la vocación de esta ideología
criminal por sepultar la piedad entre los hombres. David Jerusalem, se apunta
en el relato, escribió un libro que incluiría los poemas: ‘Rosencrantz
habla con el Ángel’ y ‘Tse Yang, pintor de tigres’, que Barnatán compone
con ánimo militante: la realidad merece la existencia del libro de Jerusalem.
Su voz llora a los poetas asesinados por el totalitarismo.
En
‘Arcana Mayor’, por su parte, las palabras y los nombres, brotan de la violencia
del mundo. Hay un hambre de significado; una necesidad de que los sentidos
capten la concreción de los otros y de un universo a menudo misterioso y hostil.
De ahí su decisión de sumergirse en el Tarot, perspicaz instrumento simbólico.
Nada de la creación le es ajeno a Barnatán, que retoma las voces de sus
antepasados y las hace propias. Quizás, ya sin un dios que sustente el tablero
y sin la confianza en alguna salvación.
En la mesa de la librería,
Elda Lavín y Mario Crespo acompañaron al poeta con inteligentes comentarios. Para
centrar el tiro, Crespo destacó acertadamente una frase de Barnatán que explica
su querencia por lo sagrado: “No realizo la plegaria, pero sé que existe y eso,
para Dios, es suficiente”.
* Columna publicada el 4 de Septiembre de 2019 en El Diario Montañés
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