lunes, septiembre 09, 2019

La plegaria de Marcos-Ricardo Barnatán*



El evento se apagaba y uno del público aprovechó para preguntar sobre el nombre de Dios. “¿Cómo puede el poeta referirse a la divinidad si esta, según la tradición judía, no debe ser nombrada?”. Marcos-Ricardo Barnatán, que presentaba en la santanderina librería Gil las nuevas ediciones de sus poemarios ‘El libro de David Jerusalem y otros poemas’ y ‘Arcana Mayor’ -ambos publicados por Ars Poetica- zanjó la cuestión con una respuesta audaz: la poesía tiene siempre la obligación de encontrar los nombres adecuados para todas las cosas, a pesar de la imposición dogmática. En todo caso, añadió, lo prohibido en el judaísmo es el nombre propio de Dios, no las alusiones aproximativas en oraciones y comentarios.

Fue aquello una suerte de poética bajo demanda. El autor establecía así las coordenadas de su obra. El poeta y el profeta utilizan idénticos mimbres aunque sus objetivos difieran. El profeta recuerda al pueblo la verdad olvidada de los orígenes (del Bereshit a la Justicia); el poeta, en cambio, se acerca a la Palabra y se aleja de ella, bregándose con los símbolos y descargando todo el peso de su significado. La literatura de Marcos-Ricardo Barnatán no rechaza las escrituras ni la tradición, pero reivindica su plena libertad creadora. Lo explica bien en la nota que cierra ‘Arcana Mayor’: las citas bíblicas y cabalísticas “son la sustentación natural del pensamiento, nunca una vana apoyatura estética”.

La responsabilidad se hace presente. En un caso, se trata de construir el libro de David Jerusalem, poeta arquetípico creado por Borges para su cuento ‘Deutsches Requiem’. En esta obra incluida en ‘El Aleph’, Borges narra el encuentro de Jerusalem y su torturador nazi, centrándose en la vocación de esta ideología criminal por sepultar la piedad entre los hombres. David Jerusalem, se apunta en el relato, escribió un libro que incluiría los poemas: ‘Rosencrantz habla con el Ángel’ y ‘Tse Yang, pintor de tigres’, que Barnatán compone con ánimo militante: la realidad merece la existencia del libro de Jerusalem. Su voz llora a los poetas asesinados por el totalitarismo.

En ‘Arcana Mayor’, por su parte, las palabras y los nombres, brotan de la violencia del mundo. Hay un hambre de significado; una necesidad de que los sentidos capten la concreción de los otros y de un universo a menudo misterioso y hostil. De ahí su decisión de sumergirse en el Tarot, perspicaz instrumento simbólico. Nada de la creación le es ajeno a Barnatán, que retoma las voces de sus antepasados y las hace propias. Quizás, ya sin un dios que sustente el tablero y sin la confianza en alguna salvación.

En la mesa de la librería, Elda Lavín y Mario Crespo acompañaron al poeta con inteligentes comentarios. Para centrar el tiro, Crespo destacó acertadamente una frase de Barnatán que explica su querencia por lo sagrado: “No realizo la plegaria, pero sé que existe y eso, para Dios, es suficiente”.

* Columna publicada el 4 de Septiembre de 2019 en El Diario Montañés

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