sábado, agosto 19, 2006

Desde La Torá


- A Maimónides (Rabí Moshé ben Maymon), le debemos su resumen de la fe judía* en trece artículos:

1) Dios es creador y providencia del mundo.

2) Dios es uno y único.

3) Dios es espíritu y no puede ser representado bajo ninguna forma.

4) Dios es eterno.

5) Sólo a Dios debemos dirigir nuestros rezos.

6) Todas las palabras de los profetas de Israel son verdaderas.

7) Moisés fue el mayor de todos los profetas.

8) La Ley, tal como los judíos la poseen, fue dada por Dios a Moisés.

9) Ningún hombre tiene derecho a reemplazarla ni a modificarla.

10) Dios conoce todas las acciones y todos los pensamientos de los hombres.

11) Dios recompensa a quienes cumplen sus mandamientos y castiga a quienes los transgreden.

12) Dios enviará al Mesías anunciado por los profetas.

13) Dios hará que los muertos vuelvan otra vez a la vida.



* Alejandra Cukar e Igor Zabaleta: Judaísmo: El Culto de las Doce tribus.
Editorial Edimat.

viernes, agosto 11, 2006

Un Cierto Dominio


- Cuando los domingos parecían aún domingos. El cielo cubierto, la mañana húmeda del norte y las narices taponadas por la alergia. Cuánto de verdad en esa experiencia solitaria, melancólica de estar bien (no digo a gusto) en tu entorno, seguro de que la vida debe desarrollarse de esta manera y no de otra. Quizás emitan “Juegos sin fronteras”. ¿Recordáis? Y la merienda podamos mojarla con naranjada. Sofía estará en su terrible Noruega natal, analizando los insectos del jardín, limpia, como solo las nórdicas pueden serlo. Y todo así, que hasta esperamos con ganas un fin de semana, para no salir, sólo disfrutarlo con alimentos antiguos (llámese Foigras, Fanta, Nesquik) y ropas de niños. Luego, quizás el tiempo mejore y vayamos a pasear cerca de la playa. Tú con tu toalla o la sombrilla. Yo prefiero el rastrillo y el cubo. Ser un niño bueno, al fin y al cabo y poder no pensar en nada demasiado a fondo…Pero quizás mejor así. Con esta silueta de plenitud a la espera. Sin aquellas mañanas de amor-en-familia. Pero más capaces, también, de no llorar por las noches.

miércoles, agosto 09, 2006

Esfinge


I

- ¿De qué otra orilla me acuerdo escuchando “Here With Me” de Dido?...¿Por qué tu adiós no produjo fantasmas? Y tu antídoto es genuino como para adorarte en ausencia, en fantasía. Una cámara lenta que sugiere interés, felicidad de juventud, calles conocidas como testigos de una vida plena. Los otros que sin urgencias se preocupan de nosotros porque no nos miramos a los ojos cuando nos decimos cosas, ni mostramos excesiva piedad a los necesitados. Porque tú fuiste la primera en marchar y ahora que me quedo solo bajo la protección de algún demonio bueno, miro hacia atrás y descubro que fue verdad lo que duraste, que no fue invención ni lunática respuesta hacia el tiempo que habían prometido. Que nos habían prometido.



II

- Me gustaban los sombreros que solías llevar en aquellos días de 1979. Ahora cuando veo Manhattan, y Diane Keaton dice todas esas cosas de Bergman o Allen trata de cubrirse de la tormenta frente al observatorio, trato de buscarte entre la gente, porque tú ya eras entonces. Ya escapabas de la vulgaridad con todas las ganas de “no perder el tiempo”. Y hacías como que me pegabas cómicamente en el hombro o jugabas con mi pelo. O te escondías en el apartamento para jugar, o leías a Kundera. Pero digo de los sombreros porque tenías muchos y muy diferentes. Y no te gustaba repetirte en eso. De vez en cuando tratas de volver a verme y yo te rehuyo, me alejo de ti para no ver algo más que juventud, para evitar, al menos, las arrugas, los malos modos de un juego no tan brillante. Como será el tuyo ahora, que los años son más pesados y no te quedan sombreros.


III

- Sé que no quedan más años. Mis hijos han tratado, en vano, de visitarme. Prefiero quedarme con mis pájaros. No quiero molestias, ni representaciones. No los quiero. Ni a la nena, ni al mayor. Yo me quedo tan a gusto con mis libros también, que no abandonan a un viejo, aún medio ciego, que los mima y los acaricia como antaño. No me quedan años, apenas meses. Sigo esperando, sin sentido, el regreso, la aparición, el milagro que me la devuelva. Él sabe que vive lejos y por eso cuando le pregunto: “¿Ha llegado?”, me contesta: “Mañana, Señor”. Y yo me lo creo. Y duermo feliz, con su recuerdo todavía joven entre las sábanas.

lunes, agosto 07, 2006

La Humedad Del Mundo

"Las cárceles se arrastran por la humedad del mundo,van por la tenebrosa vía de los juzgados:buscan a un hombre, buscan a un pueblo, lo persiguen,lo absorben, se lo tragan". Miguel Hernández.

- Aún cuando los demás tratan de sacar provecho de nuestras situaciones (para bien o para mal), el resultado es netamente individual. Así, por ejemplo, la Primera Comunión, que no deja de ser una celebración familiar sin más historia pero que es el niño o la niña quien “sufre” o “recibe” las consecuencias. Cada vez que interpretamos el papel de feliz comunidad (ya sea simplemente vecinal o de parentesco, incluso política) no hacemos sino perpetuar la condición de parásitos de un individuo. Éste, principal protagonista de su historia, cede parte de su actividad en favorecer la dicha de un grupo de personas. La intervención del “grupo” como cuerpo aglutinador de diferentes ceremonias es la que da sentido a muchas de ellas. De lo contrario, el aburrimiento sería inaguantable, por otra parte.
Pero diciendo esto como introducción; o sea, el espíritu de verbena que dejamos ver en nuestro quehacer cotidiano (bodas, bautizos, cumpleaños, funerales, etc), y que hasta es gracioso y muchas veces agradecido (¿quién no se ha aburrido en una boda?), no podemos dejar de atender al otro rasgo social que nos define y nos condena también al morbo y a lo desagradable: nuestra vida tiene un episodio imposible de pasar sin la intervención de los “otros”: La muerte. Un funeral no deja de ser, en teoría, un homenaje, un recordatorio en el que deja ver toda una vida de amistades y negocios sociales. Incluso en EEUU, los actos fúnebres no terminan en la inhumación sino que se alargan hasta el hogar de fallecido donde se dan rienda suelta a las narraciones de anécdotas y experiencias compartidas, ante una bandeja de canapés o una botella de Ron. Por lo tanto pensar en la incipiente descomposición del cadáver y en la “fiesta” que al mismo tiempo tiene lugar en el hogar del fallecido provoca, cuanto menos, un escalofrío.
Pero no era éste el propósito de mi texto. Yo quería hablar del utilitarismo que en nuestra sociedad, como en otras (casi en todas) es característico. Nuestra vida cotidiana, los episodios fundamentales que nos hacen sufrir o disfrutar están a merced del gran ojo del coro social, que muchas veces es de agradecer, pero otras toca los cojones.
Espero no ser tratado de demagogo si, enlazando con esto, hablo del edificio capital en cuanto a intervención social se refiere: la cárcel. La cárcel personifica como ninguna otra cosa la hipócrita búsqueda de control del individuo y de prevención general de la masa ciudadana. Así, pretender encerrar a un tipo durante 40 años para que pague un asesinato, por ejemplo, no es sino contabilizar, calcular una pena “a ojo” sin atender a la verdadera tragedia de los familiares de las víctimas. Me explico. Si un asesino paga con la privación de libertad en un edificio oficial, esto no es justicia sino un remedio barato, políticamente correcto que no busca sino provocar el sufrimiento en el condenado como “ejemplo” para otros delincuentes potenciales. ¿En qué beneficia a un preso perder la libertad de movimientos, la independencia? En nada. Todo forma parte de lo que nos han enseñado: que nuestros actos, al tener relevancia social, están a merced de los otros; que nuestra vida, en definitiva, no nos pertenece, sino que, puestos en lo peor, somos poco más que carne para ser usados, para que se especule con nuestra vida. No tiene sentido, desde un punto de vista teórico (desde el mío, al menos) un sistema de justicia general que busque la eliminación positiva del individuo en su esencia.
(Apunte: El único deber que tiene el preso es tratar de escapar. Lo más pronto posible, sin demora y sin daños).

domingo, agosto 06, 2006

Mis Cosas


- Puede que no todo empezara con un día torcido. Y hasta puede, que la virtud estuviera a un lado desde el principio, desde el orden que yo daba a mis cosas. Nada que decir de mis contemporáneos que solían aplicarse en la decoración, incluso en la luz que buscaban para su espacio. Yo siempre me distinguí por una cierta anarquía, no suciedad pero sí abandono (buscado o no), con el que recibir a las visitas. Por no hablar de las chicas con esas habitaciones perfumadas, esa pulcritud en las formas y en el fondo que te hacían desear quedarte para siempre. No había interés desmedido, sólo buen gusto…Puede (y digo puede porque no conozco con seguridad el origen de todo) que ese fuera el principio de la desidia, del “dejarse llevar” que nombró a mi vida en la Gran Ciudad. No creo en las grandes tragedias, sólo en las que uno es capaz de imaginar para sí mismo. Y era esa la coartada perfecta para la hecatombe personal, el fin de todas las esperanzas de triunfo. ¿Puedo decir, sin temor a exagerar, que fue una C-R-I-S-I-S? No hay por qué ocultar la realidad. Y el sufrimiento aún menos.
Era esa mesa. Esa mesa y esa silla. Esa mesa, esa silla y el orden de los Cds y los libros. La luz irreal de la ventana. El tacto hostil de las cosas que no pueden tener vida para otros porque manchan las manos y las promesas de vida, que es lo que hace falta siendo joven.
El polvo viejo, cubriendo las sábanas y los flexos, provocando la alergia a la juventud ahí escondida. Escondida de los otros. Escondida para los otros también, que jugaban a ser libres a cada rato, con la recompensa de equilibrio al final.
Todo ha quedado atrás como un valle de reyes, con una felicidad a regañadientes. Con un recuerdo agridulce de una época que pudo ser la mejor de mi vida y ha empañado los restos del naufragio con un polvo que no se quita.

viernes, agosto 04, 2006

Licenciatura En Derecho

- No hay posibilidad de reciclaje. Se pasa a menudo por el embudo de la responsabilidad, de lo que se espera de uno para formarlo, para atarlo más adecuadamente a una realidad que no va a ser felicidad sino trabajo. Y ese trabajo es más duro de lo que parece en el “bad side of the road”…Si la meta no es la buscada, aún se puede aceptar con honores, sin rectificaciones ni malas caras. Pero, la actividad es la madre de todas las batallas. Es la posición que debemos ganar cada día. Porque sólo de ahí vendrá la experiencia. Y un futbolista se hace marcando goles, y un tenista se hace ganando partidos. Uno tras otro. Lo contrario, el perpetuo avance a hurtadillas, sin la seguridad que da lo bien hecho y lo dispuesto en el modo correcto, es lo que nos hace presos del tiempo que se escapa. Y no puede volver porque nunca ha sido nuestro. Nunca lo hemos modelado. Como hubiésemos querido, al menos

jueves, agosto 03, 2006

Orla

- Si es que al final todo depende de muy poquitas cosas. Uno se avergüenza y trata de poner remedio al asunto y, por ello, busca un sitio, o una idea novedosa, original. Nadie duda de pertenecer a la casta de los elegidos, sobre todo en estas latitudes del artisteo y de los “poetas profundos”. Todos tenemos nuestra fórmula especial de trabajo y remedio infalible que, al final, se queda en placebo agradable o, en el peor de los casos, ridícula farsa.
Para no estar solos, que de eso se trata, y poder hablar de lo que queramos: del amor, de poesía, de política, del fornicio. Para no estar solos, digo, y que nos contesten; que haya interlocución e intercambio. Y es la gran familia, acogedora o inmisericorde que nos acompaña en esta aventura blogera. Y espero que por muchos años. O, al menos, hasta que nosotros queramos. Basta la libertad siempre, no dar gratuitamente pastel al lector, tratarlo con respeto, sin temor a su voz, que aparece rauda en forma de comentario cada vez que quiere patearnos… o agradecernos.