martes, julio 31, 2007
Otro
- Como un emperador que abre los ojos y no ve su palacio. Como un rey olvidado, sin obedientes. Es el fin de la leyenda, de la promesa… No hay expectación, sólo esta realidad que no tocamos por miedo. No preparo ropa para ningún desfile. Ya no hay desfiles. Pero jugueteo a menudo, practico pasos, ensayo discursos… Y SÉ que es una pérdida de tiempo. VEO que no es tiempo.
viernes, julio 20, 2007
Paz
- Leo y me digo: ¿dónde está Dios?
Leo que Gabriel se apareció en una caverna y hablo de Dios. Pero ¿dónde Dios? ¿Qué es Dios? ¿Una Realidad primera, una justicia? Tomo contacto, me siento, pienso… Gabriel. “El que está delante de Dios”. Pero no es Dios. “A Dios nadie lo ha visto nunca…”. Fe. Realidad. Tierra. Lo hecho. La experiencia de sentirse, de saberse. De formar parte. ¿Más allá del amor, del comportamiento? O más abrigado, más completamente explicado. Satisfecho. Con una fuerza en la palabra.
Leo que Gabriel se apareció en una caverna y hablo de Dios. Pero ¿dónde Dios? ¿Qué es Dios? ¿Una Realidad primera, una justicia? Tomo contacto, me siento, pienso… Gabriel. “El que está delante de Dios”. Pero no es Dios. “A Dios nadie lo ha visto nunca…”. Fe. Realidad. Tierra. Lo hecho. La experiencia de sentirse, de saberse. De formar parte. ¿Más allá del amor, del comportamiento? O más abrigado, más completamente explicado. Satisfecho. Con una fuerza en la palabra.
martes, julio 17, 2007
Last
- Si, afortunadamente, preferimos un aliento a una imagen. Si tomamos mejor la tierra del suelo y vamos obviando la luz, el horizonte, la promesa y atamos la virtud y la palabra…Somos una repetición de carne. Una buena repetición, es la duda.
El esfuerzo.
La Paz.
viernes, julio 13, 2007
viernes, julio 06, 2007
Oro
- Me vi atrapado por el ruido y, de pronto, como una brisa nueva, entre las nubes de un buen día, llegó la noticia. Todo el paseo posterior, entre la gente, pisando la acera con firmeza, sin temor o vacilación, tomando las curvas, saludando a conocidos… Era una mañana sin peso añadido. Pude contemplar (casi tocar) la luz, las conversaciones, los rostros, el vuelo de las faldas, los coches. Se me hacían todos familiares, representados sin pomposidad o afectación. Y la impresión de pertenecer, de dominar las horas, sin cerrarme al aspecto cotidiano, vistiendo un colorido veraniego. He aquí la personalidad, la ilusión, el espejismo de victoria.
lunes, julio 02, 2007
Malos Augurios
- De pronto, sin merecerlo, me aborda la náusea. Me viene silenciosa, en un ataque frontal y súbito y se me sube a la cabeza, acomodándose cerca de las orejas. Es la conciencia, la vergüenza, la rabia y el rencor acumulado. Pienso a menudo que es un mal sueño, algo que no ha pasado, que no está pasando. Nada más que un episodio soñado o pensado en una noche de calma. Un poco de todo: un mal de amores una duda existencial, la cobardía o la mala elección, agrupados en fuerte raíz que se queda sin marchitar ni corromperse.
Sí, en ocasiones. En ocasiones y sin merecerlo (¿sin merecerlo?, ¿de veras?) se me escapa un gruñido de asco; como si el peso del aire se hiciera plomo en los pulmones, como si, al tratar “ser”, simplemente “estuviera” sin más bendición que la de una carne para fecundar, unas manos para el tacto.
¿Voy a tocar?, ¿es eso? ¿Realmente en la callada por respuesta de Dios, del universo, entre su mordaz crueldad, existe un diminuto espacio para nosotros, para nuestro sino? ¿O es más bien un invento casual, una profanación de la Nada, como casual es el amor o estar de acuerdo?
Es el gusto, la especial habilidad para ciertas actividades que a otros les son negadas. O, al contrario, lo que no somos capaces de hacer. Lo que vemos complicado (silbar con los dedos, hacer un globo con el chicle). Quiero decir que estos momentos de perfecta sabiduría (la lógica tranquilidad que sigue a la tormenta), me llevan lejos y cerca a la vez. Me vuelvo más silencioso. Apenas piso y me veo en paz. Pero si alguien respira fuerte o me hace alguna pregunta, salto. Y salto fuerte y protesto. Y se distinguen las dos mitades entre todo lo que va girando y lo que se entierra más duramente adentro.
Sí, en ocasiones. En ocasiones y sin merecerlo (¿sin merecerlo?, ¿de veras?) se me escapa un gruñido de asco; como si el peso del aire se hiciera plomo en los pulmones, como si, al tratar “ser”, simplemente “estuviera” sin más bendición que la de una carne para fecundar, unas manos para el tacto.
¿Voy a tocar?, ¿es eso? ¿Realmente en la callada por respuesta de Dios, del universo, entre su mordaz crueldad, existe un diminuto espacio para nosotros, para nuestro sino? ¿O es más bien un invento casual, una profanación de la Nada, como casual es el amor o estar de acuerdo?
Es el gusto, la especial habilidad para ciertas actividades que a otros les son negadas. O, al contrario, lo que no somos capaces de hacer. Lo que vemos complicado (silbar con los dedos, hacer un globo con el chicle). Quiero decir que estos momentos de perfecta sabiduría (la lógica tranquilidad que sigue a la tormenta), me llevan lejos y cerca a la vez. Me vuelvo más silencioso. Apenas piso y me veo en paz. Pero si alguien respira fuerte o me hace alguna pregunta, salto. Y salto fuerte y protesto. Y se distinguen las dos mitades entre todo lo que va girando y lo que se entierra más duramente adentro.
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