viernes, julio 06, 2007

Oro

- Me vi atrapado por el ruido y, de pronto, como una brisa nueva, entre las nubes de un buen día, llegó la noticia. Todo el paseo posterior, entre la gente, pisando la acera con firmeza, sin temor o vacilación, tomando las curvas, saludando a conocidos… Era una mañana sin peso añadido. Pude contemplar (casi tocar) la luz, las conversaciones, los rostros, el vuelo de las faldas, los coches. Se me hacían todos familiares, representados sin pomposidad o afectación. Y la impresión de pertenecer, de dominar las horas, sin cerrarme al aspecto cotidiano, vistiendo un colorido veraniego. He aquí la personalidad, la ilusión, el espejismo de victoria.

1 comentario:

La estatua del jardín botánico dijo...

A lo mejor no es un espejismo. A lo mejor no somos más que espejismos. Puede que el oro no esté a nuestro alcance y sólo podamos recopilar sus apariencias.