viernes, septiembre 11, 2015

Pasos*



A Oliver Sacks le dijeron que su cáncer no tenía remedio y el neurólogo y escritor británico se despidió del personal con una emotiva carta en The New York Times. Sacks esperaba la muerte como quien espera el crepúsculo o la cuenta en una terraza a punto de echar el cierre. Esa entereza sin filigranas debe de ser exclusiva de personalidades brillantes, que confían en su éxito y en su capacidad de comprensión. No había en la carta ni un ápice de súplica o rebeldía, tampoco de esperanza en algún Dios benefactor; de su escritura brotó, únicamente, el agradecimiento por haber tenido la oportunidad de existir útil y conscientemente sobre este planeta.

Hablamos, quizás, de la manera más digna en la que el ser humano occidental del siglo XXI puede enfrentarse a su desaparición. Así morirán, con suerte, nuestros hijos, “ya sin fe y sin nadie”, como sostiene el verso de Claudio Rodríguez. Eso querrá decir que sus necesidades habrán sido cubiertas, y que la vida para ellos se parecerá a una travesía plácida y sin marejadas.

La ciudad de Santander, sobre todo en los primeros días de septiembre, cuando se vacía de turistas, es un terreno propicio para que esta perspectiva arraigue. Sus habitantes penetran sin queja en el otoño, serenos ante la llegada de la lluvia y de los fríos. Algunos se enfundan el chándal y corren, recuperando con el nuevo curso los propósitos de buena salud. La capital en temporada baja acoge el esfuerzo de los pasos que no se dan por capricho. Vuelve el trabajo o su búsqueda sobre el asfalto húmedo del norte. 




Que el peligro quede lejos proporciona seguridad al europeo, también al santanderino. Mientras sucede el cambio de estación, al este, al sur, miles de seres humanos escapan del Apocalipsis. Se trata de un movimiento habitual en muchos territorios, pero hoy toca Siria. Los espacios del dolor y la alegría quedan cada vez más cerca y Occidente calla, encogido en su debilidad. La gente se deja la vida en las playas. Morir como Oliver Sacks no está al alcance de todo el mundo. 

* Columna publicada el jueves, 10 de septiembre de 2015, en El Diario Montañés. 

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