I
- Uno se queda siempre absorto con los paradigmas. Salta a la vista su inexactitud, su obvia irrealidad que, de nutrirlo, lo construye y lo ampara. Es peligrosa la senda y la precaución se hace necesaria: una tribu, un lugar donde el reposo sea elección y no condena. Parece inútil captar lo débil de toda esa gente. Se esfuerzan en ocultar su nombre bajo máscaras, capas o sombreros ridículos. No hay lugar que nadie haya pisado antes. Todo se debe al poder que nos obligó a formar parte de esta historia. Sembrados de ira, de razón algunas veces, pero siempre dispuestos a lograr, del tiempo, una pausa; una pausa que nos permita volver a encontrarnos sin la calle hostil de los que saben.
II
- Ni el Rey de los Bandidos, ni un cartujo callado. Hoy me salgo del papel, me retiro al exterior, frío pero habitable, que todo lo exige y no da nada más que tiempo muy escaso. Huir del deseo, indiferencia inútil que no cansa por aprendida y manoseada. Hay que doler de esta calle que es la tuya, sin remedio.
1 comentario:
En ambos textos, que son uno, percibo dos necesidades extremas y encontradas: la del descanso y la de la acción, la necesidad de la paz espiritual y el deseo. Qué difícil llegar a lo primero sin haber conseguido lo segundo.
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