viernes, septiembre 19, 2014

El 'No'


I

Celebraba ayer Twitter la consulta escocesa, como si las urnas las hubiera colocado en suerte el mismísimo Pericles. El futuro, venían a decir los usuarios patrios, nos llega en falda y chubasquero, desde la Europa fetén hacia esta Iberia infestada de fachas. Menos lobos, pienso. Hoy, el primer ministro, David Cameron, ha defendido el ‘café para todos’ -¿se acuerdan?-, prometiendo más autonomía a los territorios que conforman el Reino Unido. Por supuesto, ya se ha despertado cierta inquietud por aquella cosa de la igualdad, en la que algunos (benditos sean) aún confían. 

La victoria del ‘No’ tiene, en resumen, poco recorrido. Lo importante viene a partir de ahora. Los independentistas -semejantes en todas las latitudes- son expertos en el amago, que es tanto como decir que ganan siempre. La amenaza permanece intacta, y Londres deberá asumir la existencia de un nacionalismo latente, capaz en cualquier momento de hacer volar el país. Será interesante observar cómo se gestiona esta situación desde un estado, en principio, más serio que el nuestro (‘balconing’ aparte). Para su fortuna, el Reino Unido aún conserva ases en la manga para negociar. Puede prometer y conceder más autonomía de gestión, competencias en impuestos y qué se yo. Madrid gastó esas cartas a las primeras de cambio. 

Es posible que la diferencia entre nuestros países sea la misma que existe entre aplicar un tratamiento no curativo, pero que prolonga la vida, y rezar. Aquí ya rezamos, porque el virus del nacionalismo periférico goza en España de magnífica salud y dominio en el discurso. Los escoceses (corderitos) necesitan aún mucha ingeniera social, un par de generaciones educadas en el odio a lo inglés y voracidad en las exigencias. Deberían darse una vuelta por España, para aprender del futuro, digo.

II 

¿Tenéis clara vuestra identidad? ¿Podéis convertir vuestra nacionalidad, religión, vuestros gustos sexuales y opiniones políticas, en una respuesta, en un sí o un no? Id pensando en ello, porque os lo van a preguntar. Penetramos en la oscura época de las etiquetas; un tiempo superficialmente democrático, en el que acechan, agazapadas, las tendencias segregadoras de siempre. Levantar fronteras, escindir, separar lo que está unido, bajo la máscara de la libertad, se convierte en tendencia, en acción. No lo dudéis: de aquí a unos pocos años, todos estaremos obligados a comulgar con una u otra iglesia, con una u otra patria o partido. Seremos tribus, orgullosas de haber desactivado la tentación cosmopolita, la convivencia. 

Hoy, Escocia. Mañana: Cataluña, País Vasco, Padania, Córcega… Sujetad bien vuestra identidad, no la soltéis. Sabed que vuestro vecino, que se apellida diferente, habla distinto y nació lejos, puede ser un obstáculo para el amanecer colectivo que aguardáis con júbilo. Se acaba el respeto -el único ingrediente válido para construir comunidad- de la sociedad abierta, el vivir juntos. Quizás nunca haya cuajado del todo. Hemos vivido de ilusiones. Recoged las banderas, que se acabó la fiesta.


No hay comentarios: