miércoles, diciembre 10, 2014

Familia






La ausencia es un espacio, no pretendo ser original. Una cama vacía, un cubierto sin aprovecharse. El número que no se marca en el teléfono. El hueco en el sofá. Los libros… Las ganas que quedan, como ese brazo amputado que, sin embargo, escuece. Se ha dicho muchas veces. Que, a partir de ahora, reconozcamos que la vida consiste en asumir ausencias, en avanzar a golpes y tristezas, con ambición y sensatez. Y con alegría, que todo cabe. Despedir, y despedirnos, de las promesas. Recibir, mortificarnos. Beber de los días como de un pecho generoso. Dirigirnos, dulcemente, hacia la destrucción. Amar y comprender que no todos van a poder verlo. Que hay círculos definitivamente cerrados. Amar, amar. Y la memoria.     

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