- Mientras hablaba por teléfono entre la marea de hombres y mujeres, mientras el autobús cerraba sus puertas y se alejaba en cotidiana labor y serena, yo me quedé pensando en la profunda soledad del Atlántico como si nunca hubiera pensado en nada. Ahí, en un breve espacio funcional, apenas amable con anuncios de perfumes (¿o era una marca de moda?), detuve mi tiempo en reflexión acompañada por Family desde mi Mp3. (me dicen que la jubilación del discman me hace vulgar y que ahora padezco de la misma atrofia tecnológica…mi discman, qué pena…él tan antiguo y tan fiel hasta el final).
Pero decía de la muchacha del autobús. Un autobús que me servía como cualquier otro pero que no me decidí a tomar. Demasiada gente, poco espacio. Y ahí se quedó ella colgada del móvil. Rápidamente supuse que hablaba con su novio. Pero puede que fuera con su madre o con un tío de Murcia. El caso es que me puse a pensar en el océano y en esa nada que le ocurre cada día, ahí donde no hay gaviotas o barcos que lo profanen.
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