miércoles, mayo 09, 2012

Siglo XX


Ernesto Cardenal posee la mirada del que añora tiempos mejores, o una razón que le estuvieran quitando. A sus 87 años, el poeta ya sólo puede aguardar buenas nuevas -en este mundo y en el otro-, enfundado en su barba de combatiente, su boina de Guevara y la voz suave de cura. Amarrado a la fe y a sus referencias, evoca a los viejos maestros, y habla de Dios y de marxismo. Aquel nicaragüense cosmopolita que decidió ingresar un día en la Trapa, siguiendo a Thomas Merton, para olvidarse del amor cómodo y burgués de su tierra. Cardenal es la pluma, el fusil y el ministerio. Es el Evangelio elaborado, reescrito para darle razón a una Nicaragua alzada en armas contra Somoza. Y es Marilyn Monroe, y la Generación Beat, desde la opción por los pobres y la Iglesia, que es tanto como pretender abarcarlo todo. El poeta digirió el copioso siglo XX sin guardarse nada. Hincó las rodillas, severamente reprendido por Wojtyla, y estrechó la mano a Philip Lamantia, poeta católico y fumador de marihuana, que un día quiso ser bautizado por el escritor. Tuvo tiempo para eso y más. Trató a Jomeini, a Fidel, a Edén Pastora y a Carlos Martínez Rivas. Nunca dejó de ser un señorito de Managua, que acudía los domingos a la misa de doce de la catedral (“la misa de moda”) y leía versos regados de licor en compañía de guitarras y señoritas en la noche caribeña. Soñó mucho y escribió mucho y él dice que no ha evolucionado nada, que sigue como a los quince años. Poco importa. No es un literato, sino otra cosa. Es puro siglo XX, con la ingenuidad que dan tantos años de derrota. Para muestra, sus memorias en tres tomos llenos de un cristianismo con aroma a pólvora y juventud martirizada. Hoy la poesía ha vuelto la mirada a Ernesto Cardenal, pero eso es quedarse corto.
http://www.youtube.com/watch?v=U7BdZUwm47s