sábado, enero 30, 2010

Una Chica De Ascó


Dicen que tu pueblo se ha postulado
para albergar el cementerio
nuclear, que hay mucho jolgorio
y pasacalles, y las mozas
han ido todas a la peluquería.

Dicen que los ancianos
tuercen el gesto y se encogen
de hombros; ya no es su guerra,
agarran las cachabas
y siguen a lo suyo.

Los jóvenes, dicen, están
ilusionados, saben de la oportunidad
irrepetible ante la que se encuentran,

y gritan y cantan, y mandan callar
a los aguafiestas de siempre.

Nadie me habla de ti y yo sólo quiero
que si tu pueblo sale elegido,
acabes con tres ojos
o que tus hijos salgan verdes.

martes, enero 26, 2010

Elisabeth Craig*


Elisabeth Craig era la bailarina americana, nacida en 1902, que Céline había conocido en Ginebra, a finales de 1926 o comienzos de 1927, y con la que vivió en París de 1927 a 1933, en una relación muy libre, interrumpida por las estancias de Elisabeth en los Estados Unidos. Henri Mahé la describe así: «Grandes ojos verde cobalto [...]. Naricilla fina... Una boca rectangular y sensual [...]. Largos cabellos dorados tirando a rojizos en bucles hasta los hombros» (La Brinquebale avec Céline.)

En una de las primeras entrevistas después de la publicación de Viaje al fin de la noche, Céline la cita como uno de sus tres maestros: «[...] una bailarina americana que me ha enseñado todo lo relativo al ritmo, la música y el movimiento» (entrevista con M. Bromberger, Cahiers Céline, I, págs. 31-32).

En junio de 1933, Elisabeth se marchó a los Estados Unidos, temporalmente, pensaba Céline, pero aquella vez no regresó y él aprovechó su viaje a los Estados Unidos en el verano de 1934 para ir a Los Ángeles a intentar convencerla de que volviera a Francia. Pero Elisabeth había decidido romper. Céline siempre recordó aquel último encuentro, sobre el que carecemos de información segura, como una pesadilla. No cabe duda de que Elisabeth fue la mujer a la que se sintió más unido y que desempeñó, más que ninguna otra, un papel en su vida.



* Carlos Manzano (Nota a la traducción de "Viaje al fin de la noche", de Louis-Ferdinand Céline).

viernes, enero 15, 2010

El Juego*


Su vientre liso nos advierte de que su decisión, su amenaza, no era hablar por hablar ¡Qué joven! ¿Cuántos? ¿Diecinueve? Entonces me parecía mayor, joder. ¿A qué ha venido? Le dejé muy claro que no volviera. Le ofrecí pagarlo (por caballerosidad, no por otra cosa); creo que me porté bien, dentro de lo que cabe. Además, yo no tenía ningún deber para con ella. Podría haberla echado a patadas del local. Pero, ¿qué hice? En un conato de debilidad impropio de mí, le dije que siguiera adelante: que yo me ocuparía de él (o de ella, que nunca he tenido reparos), que estuviese tranquila. Pero era una niña. Quería seguir en el juego. Nunca he visto a nadie beber tanto, bailar tanto, meterse tanto… Y ahora vuelve con ese gesto como de querer ajustar cuentas. Pero, ¿cuentas de qué, cojones?

* Inspirado en la fotografía titulada “Miradas que matan”, de Rafael Féliz Puigrós.