lunes, septiembre 11, 2006

11S


- Cinco años sin pretender justificar la melancolía, la nausea que han dejado. Miro el calendario y el vértigo se acentúa. Yo soy más viejo y mi espacio empequeñece. No lo dudemos: fue el fin de la posmodernidad. Se acabó el jugar con las palabras, el grunge, la metafísica de las costumbres. Creímos haber acabado con los bajos fondos del hombre, con la crueldad, con un odio parejo al crimen. Pero fue el vano. El mundo se mostró con nueva fiereza. Y somos menos. Concretamente miles.

2 comentarios:

La estatua del jardín botánico dijo...

Si alguien me pregunta dónde estaba en muchos otros momentos no podría responder. Pero siempre recordaré dónde estaba aquel día, qué estaba haciendo y qué hice después.
Nunca he sido muy postmoderna, así que no sé si aquel día la postmodernidad se murió de pena o de vergüenza. Porque ese día todos buscamos un porqué, un sentido, siquiera el derecho a pensarnos inocentes. Todos buscamos un lugar al que mirar y entender algo porque tanto sinsentido era insoportable. Pero antes de ese sinsentido ha habido muchos; y después, los ha seguido habiendo. Sólo nos tocó muy de cerca. A nosotros, más tarde, mucho más.
Yo sólo puedo seguir buscando un sentido que me ayude a condenar la barbarie, a entender el mundo y delimitar responsabilidades. Desde esta perspectiva, aún me encuentro en pos de la modernidad y en la búsqueda de una racionalidad realmente humana. Es la parte que me toca, después de tantas zonas cero.

Pablo Sánchez dijo...

- Lo sé. Ya te he agregado a favoritos. Besos