jueves, abril 16, 2009

Decisión

Si recuerdan, en el video que colgué en este blog el pasado domingo, 29 de marzo, Slavoj Zizek decía que lo importante no era preguntarse si somos libres o no, sino qué significa ser libre. Hoy he tenido dos experiencias a ese respecto. La primera de ellas ha sido leyendo el libro de entrevistas del filósofo esloveno con Glyn Daly (“Arriesgar lo imposible”, editorial Trotta). En él, Zizek desarrolla su pensamiento sobre las nuevas tecnologías y las posibilidades que éstas abren. Para él, no existe una “realidad virtual” y una “realidad real”, sino que ambas “realidades” no son sino partes equivalentes de una misma existencia basada en lo simbólico. En este asunto vale decir que el ciberespacio, por ejemplo, no constituye una huida de lo Real, sino que es ese Real con otro orden. Esto suele dar miedo, no lo discuto y provoca zozobras y pánicos varios. Y aquí enlazo con mi segunda experiencia.

Esta tarde he mantenido una discusión con un familiar sobre los llamados derechos de autor. Él condena firmemente aventuras como el eMule. Su tesis es la siguiente: Los autores/músicos deben poder decidir sobre los frutos de su trabajo. La gente, sin embargo, hace uso de ese fruto sin el consentimiento de su autor.
Esta idea me parece irrefutable y, sin embargo me asola la duda: ¿A qué llamamos poder decidir? Es algo curioso y que, si nos ponemos a reflexionar sobre ello, nos conduce a la inevitable pregunta: ¿Qué es ser músico? Porque ser músico no ha sido siempre lo mismo. Pensemos en los bardos celtas o en los trovadores medievales. ¿Bajo qué condiciones se llamaban a sí mismos músicos? Es una pregunta importante.

Mi idea, al contrario, es que lo que llamamos “posibilidad de decisión” no es más que “mantenimiento del poder de las discográficas”, al menos en este debate. Porque lo que defienden mi familiar y sus compinches es que todo siga igual, con una realidad basada en las coordenadas:

1) Monto un grupo.

2) Grabo una maqueta.

3) Se la mando a una discográfica que me contrata.


No está mal. Se ha llevado haciendo al menos cincuenta años.

Me sorprende el análisis pseudomarxista que lleva esta gente. Me explico. A la idea “tenemos derecho a decidir sobre nuestro trabajo”, le sigue: “vamos a vendérselo a esta discográfica que, inevitablemente, nos arrebatará cualquier posibilidad de decisión”. Una defensa pro-esclavista de manual.

Las coordenadas, como digo, han cambiado. ¿No lo saben los artistas? Yo sospecho que sí lo saben y los últimos movimientos (MySpace, descargas legales de discos enteros en las Webs oficiales de los grupos, etc) van en ese sentido.

¿Es que nos les importa a los autores que las discográficas se lucren estableciendo precios tan caros por los disco? ¿Es más enemigo el chico que se baja música desde su ordenador?

Alguien me podría decir: Claro, pero esa gente que cuelga su música en la Red, los que tienen un perfil MySpace, etc, lo hacen voluntariamente, mientras que en el eMule uno se apropia indebidamente del trabajo ajeno. Y aquí es donde yo quería llegar (lo anterior no ha sido más que un prólogo, quizás demasiado largo). Mi tesis central: ¿Qué significa hoy ser músico?

Como dije antes, no ha sido siempre lo mismo ser músico y hoy no es lo mismo que hace diez años, sin duda alguna.

Mi duda viene a raíz de mi sospecha (quizás errónea, pero es la mía) de que los más interesados en atacar las descargas eMulianas son, precisamente, los músicos que menos presencia tienen en el mercado (aquí me pongo un poco liberal). Y yo me pregunto: ¿Qué derechos quiere defender X (por no citar nombres) para ser tan beligerante en este tema? O más bien. ¿Está defendiendo algo más que una supuesta “solidaridad gremial”?

Mi familiar me decía que tiene muchos amigos músicos que ya no pueden serlo porque la actual crisis de la música (por culpa, claro está, de las descargas ilegales) se lo impide.

No niego la posibilidad de que yo sea decididamente obtuso en este tema pero considero que quizás de lo que estamos hablando sea del final del concepto de músico como “profesional de la música” (siempre hablando en términos de música llamada “popular”) o, quizás de una mutación radical del concepto profesional de músico.

Este familiar mío decía: “Y no me digas que vivan de tocar en directo, porque quizás no quieren hacerlo”. Nos han jodido ¿Qué oficio es ese en el que uno decide por completo cómo debe ser el oficio? Es como si un médico dijera: “Y no me digas que haga guardias, que no quiero”.

Lo que se trata de ocultar, me temo, es un interés por vivir de la música de espaldas al público (lo que me parece una desvergüenza mayúscula pero que, pensándolo bien, muchos hacen, el cine español sin ir más lejos). Esta última idea la viví el verano pasado en una serie de conferencias a las que asistí, en las que exponían sus puntos de vista editores, miembros de las discográficas, las asociaciones de autores, etc.

Quizás ser músico sea hoy tocar en directo, o no vender discos (y ofrecer la música gratis por Internet), etc. Porque el eMule es legal ya que es muy difícil cargárselo sin cargarse a la vez la Constitución.

Y quizás ser músico sea ya un hobby y no entre en la categoría de “oficio”. ¿Quién sabe?

17 comentarios:

tu familiar dijo...

Tu postura es tan densa y apunta tantas ideas sin profundizar en ninguna que te debo responder con ráfagas argumentales.

Empiezo por el final. Afirmas que "Emule es legal y no se puede eliminar sin cargarse la Constitución"... y yo te pregunto ¿de qué país? porque supongo que eres consciente de la supranacionalidad de muchas cuestiones legales relacionadas con internet. Dudo mucho que la sede social y, por tanto, la nacionalidad de Emule (que no es una ONG sino una empresa, por cierto) sea española y por tanto se rija por el Derecho español. La existencia a día de hoy de Emule responde probablemente a su conveniencia para X intereses por su validez como herramienta de marketing. También la ausencia de archivos de mp3 y películas en sus discos duros, al ser sólo el medio pero no la fuente para las descargas complican defender su ilegalidad.
En todo caso ¿por qué no defender alternativas como Spotify que no se basan en la descarga pero permiten el disfrute de la música "a la carta" respetando a la vez los derechos de propiedad intelectual de los autores?
Y esto enlaza con otra de las falsas premisas apuntadas en tu argumentación. Desconoces, por lo visto, que en el proceso de grabación de música intervienen muchos indivíduos -o uno solo pero ejecutando funciones bien diferentes- cuya aportación -y creación que genera der. de prop. intelectual- forma parte del resultado final que escuchas en un disco: el autor de la canción, el intérprete (que normalmente son muchos), el arreglista, el productor... ¿Vas a pedirles a todos ellos que salgan a la carretera a hacer giras juntos si es que quieren cobrar por su trabajo? ¿Porqué presumes que todos los creadores musicales tienen como fin último el trasladar sus creaciones al directo? deberías saber que en determinados géneros es tan normal hacer conciertos como en muchos otros no hacerlos. De la misma forma, por cierto, que no todos los médicos hacen guardia, por favor...
Seguiré contrastando tu posición con mis argumentos en otro momento.

Pablo Sánchez dijo...

Me hablas del Spotify (el caballo de Troya de las Compañías de música) y yo pienso en Creative Commons, en el Copyleft, etc. ¿No son éstos, elementos que muestran hasta qué punto ha mutado el negocio musical?
Porque ¿cuál ha sido el inicio de todo esto? ¿Han sido los chavales que se bajan música de Internet? ¿No habrán sido las compañías que estipulaban precios estratosféricos para los discos? Quizás la gente ha decidido que pagar 30 euros por un disco no merece la pena. Pero, claro, este asunto es el que tú (y tus colegas artistas sin mercado) no acabais de ver (pobrecitos): El papel del consumidor de música en todo esto. Dices: "en el proceso de grabación de música intervienen muchos indivíduos -o uno solo pero ejecutando funciones bien diferentes- cuya aportación -y creación que genera der. de prop. intelectual- forma parte del resultado final que escuchas en un disco: el autor de la canción, el intérprete (que normalmente son muchos), el arreglista, el productor... ¿Vas a pedirles a todos ellos que salgan a la carretera a hacer giras juntos si es que quieren cobrar por su trabajo? ¿Por qué presumes que todos los creadores musicales tienen como fin último el trasladar sus creaciones al directo?" Y yo te pregunto: ¿Quién decide lo que se escucha y lo que no? ¿Quién decide lo que es o no música, lo que es o no importante para la industria? ¿No será que la música ha cambiado, que el negocio ha cambiado y tú te empeñas en continuar agarrándote a la vieja protección de Mamá-Discográfica (por cierto, no hace mucho, antes de la irrupción de Internet, recuerdo las críticas feroces de muchos músicos con respecto a las discográficas, a las que acusaban de apropiarse indebidamente de su trabajo). ¿Hace falta una "reconversión industrial" de la música? Es indudable.
Seguiré contrastando mis argumentos contra tu chiringuito en otro momento.

tu familiar dijo...

De nuevo abres discusiones paralelas sin rebatir ordenadamente mis argumentos y las cuestiones que te planteo...
Por supuesto que ha cambiado la música y su industria... y el mundo y un montón de cosas más, es innegable pero sigue sin contestar a mi pregunta principal: ¿quién es el consumidor para decidir violar los derechos de propiedad intelectual de un artista sin su consentimiento previo? acaso no son más abusivos los precios de las copas en los pubs o las condiciones leoninas que imponen las compañías de telefonos móviles o los propios bancos y a nadie se le ocurriría defender las "copas gratis para todos" o los atracos indiscriminados a las sucursales bancarias...
Te agradecería que cuando descalificaras a Spotify, que yo veo como una alternativa interesante a toda esta polémica en torno a las descargas ilegales y los derechos de autor, lo argumentaras algo más que con el recurso fácil de calificarlo como un "caballo de Troya". Unas cuestiones muy sencillas en torno a su planteamiento:
-¿no te vale con poder disfrutar gratuitamente y cuando quieras de una base de datos con miles y miles de discos? ¿realmente necesitas descargar y "poseer" en tu disco duro gigas y gigas de mp3s o crees que lo importante es tener acceso a la música?
-¿no consideras justo un sistema que revierta algún tipo de ingresos en aquellos artistas cuya música es más demandada?
-¿no piensas que este uso razonable y gratuito para el consumidor y generador de ingresos para el artista puede ser un equilibrio interesante?

Y lo de los discos a 30€ me recuerda al precio del café de Zapatero, quizá deberíás ir con más frecuencia a las tiendas de discos, las pocas que quedan. Y posiblemente tampoco estaría mal preguntarte por qué se han cerrado y que consecuencias tendrá todo esto para el consumidor de música.

Como ya te he dicho en alguna ocasión, creo que la discusión se está desarrollando en torno a unos puntos que no son los más relevantes si de lo que se habla es del derecho al acceso a la cultura (musical en este caso). Pongamos el ejemplo de la pintura. ¿Qué es lo realmente exigible, que los pintores no puedan vender sus obras sino distribuirlas gratuitamente a gusto del consumidor o bien que haya espacios públicos de acceso libre en los que la población pueda disfrutar de una selección representativa de obras de arte? y, ¿es eso compatible con la existencia de galerías privadas, coleccionistas de arte, un mercado -en definitiva- en el que la pintura se compra y se vende privadamente? sin duda.
Pues bien, aplicado a la música, lo que creo que deberíamos exigir de nuestros gobernantes es la existencia de unos medios de comunicación dignos y con criterio que difundieran la cultura musical para que si, por ejemplo, pretendes escuchar algo de afrobeat, power pop de los 70, opera o lo que sea, no tengas que recurrir necesariamente a las descargas ilegales o a los precios "abusivos" de los almacenes de turno. Quizá también deberíamos exigir que el tratamiento fiscal de la música no fuera el de un bien de lujo sujeto a un IVA muy superior al de los libros, y la apertura de bibliotecas con fondos discográficos, y una política menos rígida con la apertura de locales de música en directo, y una educación musical más profunda y con medios desde la primaria y... Pero claro, lo fácil es combatir a la bestia negra que es la SGAE y las culpables de todos los males: las discográficas... Sobre todos ellos se pueden lanzar multitud de críticas pero no confundamos las batallas. Desde luego para mí, la defensa del acceso universal a la música no puede centrarse en la privación ilegítima de los derechos de propiedad intelectual de los artistas.

Pablo Sánchez dijo...

Bueno, para que no todo sea hiel, voy a darte la razón en esto que dices:
"Pues bien, aplicado a la música, lo que creo que deberíamos exigir de nuestros gobernantes es la existencia de unos medios de comunicación dignos y con criterio que difundieran la cultura musical para que si, por ejemplo, pretendes escuchar algo de afrobeat, power pop de los 70, opera o lo que sea, no tengas que recurrir necesariamente a las descargas ilegales o a los precios "abusivos" de los almacenes de turno. Quizá también deberíamos exigir que el tratamiento fiscal de la música no fuera el de un bien de lujo sujeto a un IVA muy superior al de los libros, y la apertura de bibliotecas con fondos discográficos, y una política menos rígida con la apertura de locales de música en directo, y una educación musical más profunda y con medios desde la primaria"

Esto está muy bien.

En cuanto a las preguntas que me lanzas:

"-¿no te vale con poder disfrutar gratuitamente y cuando quieras de una base de datos con miles y miles de discos? ¿realmente necesitas descargar y "poseer" en tu disco duro gigas y gigas de mp3s o crees que lo importante es tener acceso a la música?
-¿no consideras justo un sistema que revierta algún tipo de ingresos en aquellos artistas cuya música es más demandada?
-¿no piensas que este uso razonable y gratuito para el consumidor y generador de ingresos para el artista puede ser un equilibrio interesante?"

A estas preguntas respondo con mi idea central: Tú no defiendes el derecho "a la creación" y los derechos "de autor". Tú defiendes estos derechos dentro de un sistema de producción determinado, dentro de unos parámentros que están cambiando tan rápidamente, que la misma idiosincrasia de la industria musical ha mutado irreversiblemente. Y tú dices: "Claro, pero los creadores tienen derecho a elegir qué aspecto tiene su producto" Y ahí te equivocas. Me explico. Es como si me dijeras: "Pablo, yo lo que quiero ser es Policía Montada del Canadá pero en Pozuelo de Alarcón". Yo te contestaría: "Hombre, pues sí, pero lo vas a tener complicado. Es una elección que no te corresponde a ti tomar, al menos no en su integridad". Cualquier actividad no depende sólo de la intención sino también de la posibilidad.
Te empeñas en concentrar la discusión en asuntos como el disco. El disco es un objeto adecuado para una determinada forma de producción, y terminará cuando ésta desaparezca.
Lo contrario, es obviar al consumidor como potencial usuario de la música, olvidar, en definitiva, la capacidad del mercado para mutar las propias condiciones sobre las que opera.
Te has limitado a defender un carácter fetichista de la música como producto elitista dirigido exclusivamente al arte ¡El colmo de la arrogancia! Quieres que la música sea un fin en sí mismo, sin efectiva influencia social, un objeto de museo, cocinado y servido como objeto de museo.
Tu metáfora de la pintura es muy representativa. El arte por el arte cuando el arte nunca ha sido arte sin "intención". Hablas del acceso al arte por medio de entidades privadas. Y yo te pregunto, ¿ese es el tipo de negocio que quieres para la música? ¿Algo reducido a un mercadeo bajo criterios fundamentalmente monetarios y a la vez que sea considerado Arte? No hace falta que te diga la opinión de la gente de a pie (esa a la que desprecias) por fenómenos como Arco.
Es decir, estableces como criterios inteligentes los que toman los miembros de un gremio que, si mal no lo recuerdo, viven en un mercado, y a la vez desprecian a los consumidores. Una contradicción mayúscula.

Dices:

" acaso no son más abusivos los precios de las copas en los pubs o las condiciones leoninas que imponen las compañías de telefonos móviles o los propios bancos y a nadie se le ocurriría defender las "copas gratis para todos" o los atracos indiscriminados a las sucursales bancarias..."

Por supuesto, y de ahí fenómenos como el botellón que trataba de huir de los precios abusivos de los bares y que fue combatido por intereses más comerciales que de "salud pública". En cuanto a los bancos... No está su popularidad en estos momentos como para dar ideas.

Insisto, la música no se acaba. Lo que quizás termine (hablando exageradamente) es la música como negocio y como oficio (la música popular, no la clásica, que seguirá funcionando igual). Y creo, sinceramente, que esas descargas sólo pueden beneficiar a los autores noveles que, de otra forma, no tendrían manera de darse a conocer. Fenómenos como el eMule han traído de la mano fenómenos como el MySpace.

Anónimo dijo...

Vamos a ver, señor mío, si le entiendo. O sea, que yo, que estudié música y he podido grabar 4 CDs, me encuentro ahora con que la música, bien cultural, se socializa y he de trabajar gratis. Bien. Muy progresista. Todos se apuntan a esto, sin analizar, como con lo de Bolonia. Cuando se socializó la sanidad -su ejemplo- no dijeron a los médicos que trabajaran gratis sino que los pagaba el estado con el dinero de los contribuyentes. ¡Que me socialicen igual! Es muy fácil hacer demagogia con el trabajo ajeno, señor mío.

Pablo Sánchez dijo...

Muy señor mío,

Convendrá ud. que dos no se pelean (¡o se casan!) si uno no quiere.

¿Qué propone ud. exactamente? ¿Que se obligue a la gente a comprar sus 4 Cds porque ud. ha estudiado música y tiene mucho que decir?

No quisiera faltarle al respeto, ni mucho menos, pero creo que la consideración de una cosa como oficio no depende de lo que ud. quiera sino del funcionamiento mismo de la sociedad. Otra cosa es que yo socializara la música (yo socializaría hasta la pasta dentífrica).
En definitiva, su trabajo tiene sentido si los consumidores se lo dan o si se convierte en funcionario. ¿De verdad quiere convertirse en funcionario?

Anónimo dijo...

william hogarth pintaba cuadros sobre crítica social en la inglaterra del S.XVIII. En ese momento se perfeccionan las técnicas de impresión de grabados y se permite la difusión de las obras de arte a gran parte de la población. Hasta entonces había sido necesario viajar por media europa para poder contemplar cualquier obra de arte, porque había que hacerlo en persona. Los artistas aprendían de maestro a discípulo. ¿Qué sucedió? que William Hogarth vio que su obra servía para que otros, distribuyendo torpes copias impresas, se lucraran a su costa. Era el comienzo de la Revolución Industrial, un cambio de paradigma tecnológico. Una época a partir de la que libros, arte y después música pudieron distribuirse masivamente mediante copias industriales. Hogarth se convirtió en un activista de un nuevo derecho, el derecho 'de autor'. Hoy vivimos el cambio a un nuevo paradigma tecnológico. Nuevos modos de producción que condicionan nuevos hábitos y formas de 'consumir' la cultura. No sé de qué pueden vivir hoy los artistas o los profesionales vinculados a ellos, cuál sería la forma de renumerar su trabajo. Pero sé que no se puede exigir a la gente que pague por algo que la tecnología ha permitido que se tome gratuitamente.

Hirondelle dijo...

Ser músico no es vivir de la música,como ser escritor no es vivir de la escritura, se tienen que dar una serie de parámetros exactos para que todo salga estilo Harry Potter que es muy difícil a veces que la melodía más famosa sea la más bonita.No son todos los que estan ni estan todos los que son como se diría.
Se perdió el oficio de alpargatero, aunque claro era más humilde y no ingresaba en las cuentas de las discográficas,publicistas, asesores de imágen...y tal cifras millonarias eso a fin de cuentas es lo que duele, el que alguien pueda elegir lo que escuchar sin que alguien te imponga lo extraordinario o malo que es.
Se perdió el oficio de "afilaor de cuchillos",de aguador por las calles, de "esquilaor" de burros, ya nadie puede vivir de eso.

tu familiar dijo...

Parece que es contagiosa la habilidad para derivar el debate central hacia otras cuestiones que no se han cuestionado en el intercambio de argumentos original.

Nadie ha puesto en duda que un músico pueda tratar de comercializar su música o simplemente limitarse a disfrutar de ella en el calor de su hogar o con sus amistades, sin aspiraciones profesionales. Tampoco creo que nadie haya negado el derecho de aquél a distribuir sus grabaciones gratuitamente si así le place, bien por cauces digitales u otros más tradicionales. De ninguna forma se ha obviado aquí el potencial que tiene internet para difundir ideas y creaciones, ni tampoco los cambios evidentes que los nuevos tiempos exigen tanto a la industria musical como al artista -sin más-

Pero, una vez más, la discusión planteada es otra. Ruego lean las entradas anteriores porque creo que los argumentos esenciales ya se han expuesto con claridad.

Unos comentarios sobre las últimas entradas:

"Pero sé que no se puede exigir a la gente que pague por algo que la tecnología ha permitido que se tome gratuitamente."

La tecnología, efectivamente, está permitiendo cosas increíbles. Desde el ligoteo on-line hasta la lectura de recetas de cocina o la distribución de pornografía infantil. Algunas son lícitas o otras sencillamente no lo son.

En términos legales este debate gira en torno a los conceptos posesión, disfrute y -sobre todo- TÍTULO. ¿De dónde deriva el título que permite ese supuesto "tomar gratuitamente"? curioso eufemismo, por cierto. En el argot de los raqueros santanderinos de principios del s.XX se emplearía más bien el término "chorimangar".

Pero realmente creo que ni siquiera es necesario elevar el debate a complicados debates técnico-jurídicos sino sencillamente cívicos o éticos.

¿No es razonable recompensar el trabajo y el talento ajenos, de los que disfrutamos cuando escuchamos música?

Además, a mí de pequeño me enseñaron a no coger cosas que no eran mias si no me ofrecían antes...

Pablo Sánchez dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Pablo Sánchez dijo...

“Parece que es contagiosa la habilidad para derivar el debate central hacia otras cuestiones que no se han cuestionado en el intercambio de argumentos original".

Lo que tú llamas "derivar el debate", me temo que no es más que situar el debate en sus justos términos: ¿Puede la industria musical obviar el hecho de que a día de hoy, es posible acceder gratuitamente a la música a través de Internet? He dicho tantas veces esto que no voy a incidir más.

Tu ejemplo de la pornografía infantil es arriesgado. Contesto a tu ejemplo con un contraejemplo.
Si yo los domingos por la mañana acudo a la Plaza Porticada de Santander (la cual es un horror estético del que hablaremos en algún otro momento) a intercambiar sellos y lo hago, perfecto. Pero si acudo a intercambiar uranio empobrecido, es muy posible que me enchironen. Lo ilegal no es intercambiar sellos, sino uranio. El delito no es intercambiar archivos, sino intercambiar archivos de pornografía infantil.

Y el problema de tu postura es que no defiendes el derecho a recibir contraprestación por el trabajo, sino que tratas de prohibir que una persona comparta con otra gratuitamente un bien.

Porque creo que es un pura ilusión pensar que el chaval que se baja la discografía completa de los Beatles, se la compraría de su dinero si el eMule se prohibiera.

Y si se ese chaval se baja mil discos, ¿qué? ¿Quién eres tú para juzgar moralmente ese hecho?

Lo que está en peligro no es la música. Lo que podría peligrar es el intermediario entre consumidor y artista.

"¿No es razonable recompensar el trabajo y el talento ajenos, de los que disfrutamos cuando escuchamos música?"

Como dijo el anónimo, no se puede obligar a alguien a pargar si otra persona comparte con él un bien. De ahí (de la gratuidad) viene el problema. A la venta ilegal se la combate fácilmente pero no estamos hablando de venta, sino de intercambio.

Los artistas tendrán que pensar en los caminos que está tomando la sociedad y adecuarse a ellos. Cobrar de otra manera, quizás, creando páginas webs, por ejemplo, donde colgar su música y cobrar mediante publicidad. Y, claro, los derechos de autor no se verían perjudicados puesto que un uso mercantil de su música sería posible previo pago.

Anónimo dijo...

Que una creación o un producto tengan un valor no depende de su valor ético. El valor no es una recompensa al trabajo de una persona. El valor de algo depende de su escasez; tanto en nueva york como en una economía marxista. El oxígeno o la luz del sol son infinitamente importantes para el ser humano, pero no tienen valor económico porque están -por el momento- disponibles ilimitadamente para todos. Del mismo modo la música y la literatura son ahora disponibles para todos.
Ahora bien, es natural que 'Tu familiar' reclame una compensación por su creación, talento y trabajo. A mi, simplemente porque no soy muy listo ni un experto en internet, no se me ocurre cómo. Sin pretender molestar -una sana discusión- el cómo renumerar a los artistas no es mi problema.
Pero sí puedo enfatizar que no se puede -no se puede 'materialmente', industrialmente- cobrar por algo que se puede recoger como quien toma una piedra por el campo.
Y apetece menos pagar esa piedra no a su directo creador, sino a un intermediario que gestiona sus derechos.

tu familiar dijo...

Empecé disfrutando de esta conversación, pero reconozco que me empieza a cansar el desfile de argumentos peregrinos y endebles. Este será mi último comentario porque creo que ya he dicho todo lo que debía de una forma clara y no tengo tiempo para responder más mamarrachadas buenrollistas.

A la última eminencia "anónima" le repito un refrán que escuché una vez y me gustó bastante:
sólo un necio confunde valor y precio

Usted está descibiendo el precio y no el valor de una cosa/servicio/etc... Efectivamente el precio está normalmente fijado por el juego de la oferta-demanda, pero el VALOR es otra cosa: grado de utilidad o aptitud de las cosas, para satisfacer las necesidades o proporcionar bienestar o deleite.

Más joyitas: "el cómo renumerar a los artistas no es mi problema.
Pero sí puedo enfatizar que no se puede -no se puede 'materialmente', industrialmente- cobrar por algo que se puede recoger como quien toma una piedra por el campo"

Parece que "anónimo" pretende que retrocedamos a los tiempos del paleolítico, en los que el hombre era un simple recolector. No sólo no cultivaba sino que tampoco se preocupaba de no esquilmar la fuente de sus recursos alimenticos. La música no se crea por generación espontánea, detrás hay un talento y un trabajo oiga. ¿Tanto cuesta dar una recompensa -pecuniaria por ejemplo- a quien te hace disfrutar? Preocúpense un poco de cuidar las fuentes de recursos musicales, no el Emule, no, o se quedarán muy pronto sin el manantial sonoro actual y entonces SI será su problema.

Por cierto "Acamus", al igual que el uranio (enriquecido o empobrecido) el intercambio vía internet de archivos musicales, software, etc es actualmente ILEGAL si no se cuenta con el consentimiento previo del titular de los derechos correspondientes. Efectivamente lo ilegal no es el hecho de intercambiar archivos, sino hacerlo con aquellos sobre los que no se dispone ningún tipo de derechos.
ここまで

Anónimo dijo...

1. TuFamilar, no confundas corrección con buenrrollismo. Yo soy un cerdo hijodelagranputa, pero me gusta discutir como un caballero.
2. Me reafirmo en mi anterior definición de valor, que es la que se da en 1 de economía. El precio es sólo es un convenio entre dos personas para intercambiar algo. Internet está lleno de fuentes de consulta libre y gratuitas donde lo puedes consultar -hey, no todas fiables-.
3. Estoy a favor de los derechos de autor, pero no del Derecho de Pernada. Que la música lleve un trabajo detrás no significa que el actual modelo productivo pueda sobrevivir. Tan simple como eso.
4. Internet está lleno de capullos que cuelgan mamarrachadas por su propio placer, y entre toda esa basura aún aparecen perlas de belleza. La creatividad sobrevivirá a la SGAE y al Emule.
5. TuFamiliar, no te desesperes que aquí ninguno -tú incluido- argumentamos con el estilo y la profundidad que reclamas.

Pablo Sánchez dijo...

¡Fantástico! Has escrito las palabras: "peregrinos", "endebles",
"mamarrachadas" y "buenrrollistas" en el mismo párrafo. Además para abrir boca, que no ha sido como conclusión siquiera.

"A la última eminencia "anónima" le repito un refrán que escuché una vez y me gustó bastante:
sólo un necio confunde valor y precio."

¿Quién es el "buenrrollista" ahora?Cuando nos interesa, la música es un arte más allá de su valor inmediato en el mercado, una abstracción de calidad. En otros momentos de la discusión es una industria en peligro... Desengáñate: en el capitalismo TODO es mercancía.
Y si quieres defender la industria musical, al menos ten el valor para situarte del lado mercantilista de la discusión.

Prohibir el eMule es comparable a prohibir que tú me grabes un cd con música de tu colección de discos. Como si llegase a tu casa la policía y te multara por algo así (o como si llegasen los de la SGAE reclamando derechos de autor). De ahí que sea tan complicado ilegalizarlo (en palabras tuyas). Para defender lo que defiendes, es necesario colocarse en un lugar poco recomendable, que no es el del arte, ni en el de compartir conocimientos, sino en el de tratar a potenciales consumidores de ese arte, en piratas y ladrones.

la_SGAE_te_vigila dijo...

Caballero, sin duda las cátedras de Economía están repletas de docentes que maltratan nuestro querido idioma:
http://buscon.rae.es/draeI/SrvltGUIBusUsual?TIPO_HTML=2&TIPO_BUS=3&LEMA=valor

Anónimo dijo...

tocado