martes, septiembre 20, 2005

- No hay razon en el hombre que espera, o que llama, atento siempre a su origen, desafinado y molesto por esas construcciones de metal. Ese silencio cómplice de los edificios que saludan al viajero cuando llega a Madrid. "Aquí han pasado muchas cosas antes". Y asusta. Pero fortalece pensar que también fueron hogares, lumbres o cafés en las terrazas. ¿Queda espacio para nosotros?, ¿Tiene memoria la ciudad que habitamos? Soledad a punto y posible éxito. Nada más que piedras pero que se amarran muy al fondo.

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