lunes, febrero 19, 2007

Consagración


- Cada noche oscura, en la breve importancia de las almas, que no significan, no proceden en este mundo moderno, y está bien que así sea, encuentro de ti otra esperanza rota. Como cuando paseábamos Pablo Iglesias arriba, ya perdida la ocasión, ya en pasado la hueca intimidad de los (aún) desconocidos; o en la perpetua verbena de celebración y de amistades. ¿Cómo no caer en la literaria fórmula de la repetición, en la idealización que no termina?
Nos imagino un domingo cualquiera, entre la muchedumbre, llena la plaza de puestos de venta, sin dinero en el bolsillo, acaso cogidos de la mano, o con muestras de tacto entre los dedos. Te imagino regateando con la encargada, probándote un sombrero imposible y riendo, sí, riendo con esa risa tuya de muy de mañana.

Me sabe mal no conocerte. Limitar la memoria a una construcción de pocos pasos. No saber de ti: lo que te gusta, tus opiniones políticas, tu manera de categorizar a los individuos.

Mira, voy a tener que entrar ahí

y simular que me interesa.

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