lunes, junio 04, 2007

L. y B.

- Me dice B. que puedo contar siempre con su ayuda. Se lo agradezco, evidentemente. Pero ¿puede tratarse de ayuda en nuestra época, con nuestra generación?

¿Qué hacer?

Por lo pronto estar solo. Sigue tratándose de eso.

Y Cioran:

Hay que aferrarse a una tarea y sumirse en ella; es la única forma de suprimir ese intervalo que nos separa de las cosas y del que está hecha la conciencia. Conciencia, es decir, no participación, mi estado habitual.

L. me pide que le cuente el sueño. No, claro. Todo por no escuchar su justísimo reproche.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Y Cioran de nuevo:

" Por cobardía sustituimos la sensación de nuestra nada por la sensación de la nada. Y es que la nada general apenas nos inquieta: vemos en ella demasiado a menudo una promesa, una ausencia fragmentaria, un callejón sin salida que se abre. Durante largo tiempo me obstiné en hallar a alguien que lo supiera todo sobre sí mismo y sobre los otros, un sabio-demonio, divinamente clarividente. Cada vez que creía haberlo encontrado, debía, tras un examen, cambiar de opinión: el nuevo elegido tenía todavía alguna mancha, algún punto negro, no sé qué recoveco de inconsciencia o de debilidad que le rebajaba al nivel de los humanos. Percibía yo en él huellas de deseo o de esperanza, o algún residuo de pesar. Su cinismo era manifiestamente incompleto. ¡Qué decepción! Y proseguía siempre mi búsqueda y siempre mis ídolos del momento pecaban en algún aspecto: el hombre estaba presente en ellos, oculto, maquillado o escamoteado. Acabé por comprender el despotismo de la especie, y por no soñar más que con un no-hombre, con un monstruo que estuviese totalmente convencido de su nada. Era una locura concebirlo: no podía existir, ya que la lucidez absoluta es incompatible con la realidad de los órganos. "

¿Qué hacer, qué hacer, qué hacer?

Bah!

Pablo Sánchez dijo...

- Qué simpático.

Anónimo dijo...

Pedir ayuda, recibir ayuda... Todo eso está muy bien. ¿quién no ha deseado ser ayudado en algún momento? Pero,en el fondo, fondo de nosotros, ese deseo, ¿no es cierto que más bien se trata de una escapatoria? ¿de un no querer pensar¿ ¿de no querer pararse a decidir, ya que en el fondo también sabemos con certeza lo que tenmos que hacer?
Las ayudas son buenas, pero al final estamos nosotros, estoy yo, estas tu y nadie más. Nadie más que uno mismo y así debe ser.
(Calima)