sábado, octubre 29, 2005

De uso corriente

- La discusión Mozart-Bach se inscribe en la consideración de que los humanos deseamos con las tripas o con la mente. Es decir: ¿qué admiramos de la obra de arte, la pasión que pone el artista o el resultado conseguido?. Hablamos de la obra de barro: la pericia del escultor se sobredimensiona si descubrimos la dificultad que supone. Bach es el hombre feo, bajito, que se encierra en una habitación oscura y plantea retos a la naturaleza: Vida, inteligencia, el amor a lo sutil. Mozart no reta a nadie. Pasea su talento por la música desde el juego de quien lo tiene todo y solo quiere mostrarlo sin inquietar demasiado al oyente, sin ofender la envidia del experto. Milos Forman lo retrata estupendamente en su “Amadeus”. Salieri trabaja con paciencia cristiana y esfuerzo corriente una obra para el rey; Mozart, despreciativo y risueño da a la pieza un toque genial que la eleva por encima de lo planeado por el autor. Bach te saca del abatimiento de la vida, te reconoce en tu virtud de apreciativo artístico. Mozart quiere que además, la digestión sea ligera. Son malabares y son formas. La esencia de Bach es la esencia de la música, la de Mozart es la música misma, desde la familiaridad de quien es capaz de bromear y dar toques siempre refrescantes. El joven masón era un mago, que conocía demasiado bien lo que hacía como para respetarlo.

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