viernes, octubre 28, 2005

- No cabe duda de que la modernidad no está en la cafetera de la madre de Holan, ni en los ungüentos de la abuela. El sabor de la mermelada, o el tacto de las sábanas, ese barroquismo de formas siempre clásicas , caen de pronto en la realidad. Parece mentira que la superposición de edades se de en una confluencia tecnológica: la propia existencia de George Lucas y Miguel Delibes en un mismo espacio temporal. Parece incluso obsceno la pérdida de identidad personal a medida que uno crece. Su destino se desarrolla en momentos anónimos en las que el propio pasado, la voluntad, la felicidad y la ternura no son apropiados. Hablamos de “El método” y su estética nueva y vacía. El interés sobre la identidad como forma y fondo de una vida. Al final somos lo que damos y de otra forma, de aquella, no funciona.


Me está saliendo esto muy Rouco y lo dejo aquí.

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