lunes, noviembre 07, 2005

One too many mornings

- Sarah dejó la bicicleta a un lado de la valla y se acercó despacio. No quería que la descubrieran así que pasó sigilosamente por entre los rosales y se asomó a la ventana. En ese momento Roger se afeitaba canturreando. “Maldito cabrón, no siente nada”. Una situación delicada. Todos comenzamos por saber que nuestra pasión, nuestro hambre es posible dominarlo pero no en todo momento y en todas las situaciones. Sarah sabía esto bien pero no dejaba de pensar en todo lo perdido, en lo que se echa de menos cuando el que una vez pensó en ti, ya no lo hace más. Qué labor la del tiempo que integra la infelicidad, el grito, la destrucción y no le afecta, hasta le da confianza para volver a amar.

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