miércoles, octubre 15, 2014

Médicos





La periodista y el anciano conversan en una de las salas del museo dedicado a la catástrofe de Chernóbil en Kiev. El hombre fue uno de los que se quedaron para sellar el reactor tras el accidente, evitando una fuga mayor de radioactividad. En definitiva, el tipo se mantuvo en su puesto, arriesgándose a no contarlo, mientras los demás huían. Rodeado de fotografías y recuerdos, con casi treinta años más encima, habla de sus compañeros y de ese infierno que se desató de improviso, y al que hizo frente obviando la amenaza. “¿Por qué?”, pregunta ella. La respuesta, breve, se ofrece sin vanidad: “Alguien tenía que hacerlo”. 

Los héroes, en esta época de cinismo y Twitter, sobreviven en las coordenadas de su especialidad. No hay gigantes que derrotar, ni doncellas en las garras del dragón. No quedan revoluciones. La realidad es prosaica: el fotógrafo que avanza entre las balas para lograr la mejor instantánea, el bombero que se expone al fuego para rescatar a las víctimas… No hay victoria ni recompensa. Apenas el sueldo y alguna gratificación a final de mes. Poco más que esa vuelta de tuerca, que convierte una actividad alimenticia en toda una hazaña. Esa pizca extra de exigencia que uno espera evitar, pero que golpea sin misericordia. 

“Ya sin Dios y sin nadie” -que decía Claudio Rodríguez-, el mal amenaza la total destrucción. La muerte es real por primera vez. Por eso, la esconden y apartan del escaparate de juventud en el que se ha convertido la cultura. Con este panorama, la aparición de un virus supone la llegada mediática de la guadaña. El ébola recupera el discurso del hombre como ser que acaba. Y, frente a la enfermedad, los héroes. Poco importa el sueldo o la fama que estrenan estos días. En las fotografías se los ve sonrientes, tímidos, aparentemente ajenos al peligro que administran. Están muy por encima de los partidos. Satisfechos. Rozan el bien absoluto y estremecen al público con su arriesgada labor. Tienen nombre: Marta Arsuaga, Fernando de la Calle y María del Mar Lago. Hay muchos más.      

No hay comentarios: