viernes, julio 07, 2006

Para Vivir

- La tarde se había quedado sobre nosotros, María, como muchas otras veces. Nadie sabía del hombre, del tiempo que pasa y ahí se jugaban las ropas, el sudor joven para perdernos. Acaso un lugar que no aparece en los mapas, como antigua protección frente a los saqueadores que no dudan en formar conciencias. Ay del teclado, frío que no es por él mismo nada más que mármol de espera y de genio!!... Una limonada, un poco de reposo en la dicha. Árboles sabios y eternos que a nada pervierten con sus voces y sus gestos. Escenario pasado, hambre o sed que no se pasa ahora, que somos un poco más viejos.


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- Te ataron la boca, Esmeralda… Ahora para subir tendrás que ser buena. Una cadena, un martillo. Parecía que no, pero acabaron matando a la pobre niña.


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- Lo demás no me importa, Claudia, serás una mujer como las demás. Así que vete deshaciéndote de esos libros y cuadernos. Tu abuela se llevaría un disgusto si te viera, así, como un vulgar pordiosero. Qué?...Ni se te ocurra salir por esa puerta… No salgas… Bien, acabas de perder tu herencia.

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